Mi querido y amado hijo, mi Cami, hoy, por cuarta vez, mis palabras, se ahogan en mi llanto, porque no puedo celebrar tu cumpleaños, mis brazos se cierran solos, o simplemente se caen, porque no puedo abrazarte contra mi pecho y decirte, que eres lo más importante y valioso, que Dios trajo a mi vida, hace 33 años. Solo puedo conmemorar tu nacimiento, como el día más importante, de toda mi existencia y recordar tu temprana partida, como la experiencia más fatídica, de toda mi vida.
Fuiste un ser excepcional, el más lindo, el más cariñoso y considerado; tu humildad, estuvo contigo, de la mano de tus logros, pero la vida, no te permitió disfrutar, de todo lo que te merecías.
Siempre, vives en todos mis días, en todas mis acciones, iluminas mi camino y el de todos, los que te amamos, porque ahora, eres un ser lleno de luz, eres nuestro ángel, te amooo.
Tu papá.
Eucaristía hoy, parroquia Antonio María Claret, a las 06:00 p.m.
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