Blanca Eugenia Giraldo
LA PATRIA | MANIZALES
“Estamos diseñados para el movimiento, para la acción y no para quedarnos quietos”, así resume Iván Leonardo Duque, médico deportólogo y director del Departamento de Acción Física Humana de la Universidad de Caldas, cómo el cuerpo humano necesita estar en actividad para poder funcionar mejor.
Sin embargo, agrega que se puede pecar por exceso o por defecto. Si hay exceso puede haber lesiones o sobreuso y con certeza también se sabe que la falta de actividad es un factor de riesgo de deterioro en el organismo.
La etapa de la niñez y la adolescencia es esencial para la actividad física, en especial porque crean los hábitos. Pero ¿qué le sucede al organismo del niño si no hace o se excede con el ejercicio?
Según duque, hay que tener en cuenta que el niño no es un adulto chiquito, es un organismo que está creciendo y que es delicado, “no porque sea flexible se puede abusar, tienen placas de crecimiento en los huesos, que son muy frágiles y hay funciones como la cardiovascular y la respiratoria que no están completamente desarrolladas”.
Entonces ese crecimiento y desarrollo va hasta que el niño se vuelve adultos, 16 años en las niñas y un poquito tardía en los niños.
En esa edad, expone Duque, es común que los padres se pregunten cuánto ejercicio es suficiente. “Hasta los 12 es muy importante que los niños tengan muchas posibilidades de moverse y que aprendan a disfrutarlo. Y cuando están en los 10 o 12 años considero que ya pueden comenzar en escuelas de formación, definir una disciplina, con programas de entrenamiento para aprender una práctica deportiva”, pero solo desde los 18 puede incursionar en la alta competencia.
Lo que llama la atención el médico deportólogo, es que para el adulto joven el ingreso a la universidad le limita mucho la práctica de una disciplina o de una actividad física. Situación que se agudiza en la etapa laboral.
En esta etapa, aclara Duque, se presentan pocas restricciones para la actividad física, salvo que haya secuelas de la niñez. “El problema es que el ser humano tiende a pensar que con el aumento de la edad se pierden las capacidades para hacer ejercicio”. Y aclara que el organismo tiene una gran capacidad de responder al ejercicio durante toda la vida, es por eso que la gente debe adquirir el hábito y mantener la rutina de hacer ejercicio regular.
Es un importante neurotransmisor del cerebro y esencial para un funcionamiento saludable del sistema nervioso central. Ayuda a regular el humor y la emoción. Cuando en el cuerpo tiene la cantidad suficiente, sentirá placer, euforia, tendrá control de tu apetito y aumentará su claridad y su habilidad de enfoque. Si no tiene la suficiente, estará más propenso a la depresión, tendrá antojos y compulsiones y una inhabilidad para estar atento.
Por todo ello, y a modo de conclusión, se puede afirmar que la actividad física, si se practica de forma continuada y controlada es beneficiosa para la salud integral, desde los niños hasta los ancianos pasando por los adultos y las personas con alguna discapacidad. Y aunque no garantiza una vida más larga, sí mejora la calidad de vida del individuo ayudando a retrasar el deterioro del buen estado psicofísico motivado por la edad y la inactividad.
* En la infancia el ejercicio debe ser flexible, en función de lo que el quiera.
* A medida que se avanza con la edad los deportes que tengan mucho impacto, riesgo de colisión, tiene que estar bien entrenado.
* Lo más clásico es caminar, una marcha fuerte, vigorosa, que se sienta agitada. Luego el trote lento o la carrera dependiendo de lo que quiera la persona.
* El ciclismo, la natación y las caminatas son excelente ejercicio.
* Las caminadoras, bicicletas estáticas y elípticas también ofrecen mucha posibilidad para hacer ejercicio en casa.
* Una sesión de ejercicio debe tener: calentamiento, cardio, estiramiento y fortalecimiento.
* Hacer ejercicio entre 120 y 150 minutos a la semana.
Es cierto que con la edad aparecen algunas enfermedades como la hipertensión, dislipidemia (aumento de colesterol y triglicéridos), diabetes milllitus, obesidad, entre otras. Sobre esta situación el médico asegura que son pocas las contraindicaciones para hacer ejercicio.
Explica Duque por la obesidad la persona tiene algunas restricciones cardiorespiratorias y del aparato locomotor para poder hacer ejercicio.
No obstante, parte del tratamiento frente a una hipertensión controlada es el ejercicio, pero es una contraindicación cuando las cifras están sin control.
Para la diabetes mellitus, según el experto, el ejercicio hace parte del tratamiento, mientras que en la enfermedad renal hay más restricción.
En algunas patologías cardiacas el paciente debe tener más cuidado, lo mismo que con las enfermedades infecciosas que estén activas en el momento. Por ejemplo la gripa es una contraindicación, no se puede hacer actividad física porque hace más vulnerable el organismo para que la infección se acentúe.
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