Hacer duelo prepara para el tratamiento

Elizabeth R. Rojas

LA PATRIA | Manizales

El diagnóstico de un cáncer, sea de mama o de otro tipo, no solo afecta a la persona, también a su entorno más próximo y al círculo de amigos, así lo asegura María Castrellón Pardo, psicóloga de la Unidad de quimioterapia de la Liga Colombiana contra el Cáncer.

La especialista asegura que hay que entender el entorno de la paciente para hacer un abordaje psicológico correcto para responder a sus necesidades: "No hay una fórmula. Con cada quien hay que buscar herramientas que le ayuden a adaptarse mejor a la enfermedad".

Castrellón habló con LA PATRIA sobre cómo es el abordaje psicológico de las pacientes con este tipo de cáncer:

Inesperado

¿Cuáles son las reacciones más frecuentes?

Es una noticia inesperada para todo el mundo. Incluso para las mujeres que pueden sospechar que les va a dar positivo el resultado de la biopsia. Es un diagnóstico que nadie quiere recibir. La mayoría la asume como una amenaza y las reacciones son muy variadas. Algunas lo aceptan fácilmente y se enfrentan rápido a lo que van a vivir. Otras -en tanto- les da rabia, temor, tristeza. No hay un patrón determinado de cómo reaccionan en un suceso de este tipo.

¿Cómo es el proceso después del diagnóstico?

Hay ciertas fases que la persona debe vivir para aceptar el diagnóstico, pero no a todos les pasa de la misma manera. La mayoría queda en un estado de shock (choque) que, en ciertos casos, ni comprenden lo que les han informado. Es tan difícil que no saben qué hacer y quedan como perdidas.

Luego, cuando procesan lo que está pasando, viene una fase de negación de su condición. Piensan que es un dictamen equivocado o que confundieron los exámenes. En este punto es muy común que busquen segundos o terceros conceptos.

Después viene la tristeza, cuando ya han procesado la información y empiezan a sentirse impotentes o deprimidas por lo que culturalmente representa el cáncer.

Tras esto aparece la rabia o la aceptación, en la que se dan cuenta que puede ser una situación muy dura, pero que las lleva a tomar el tratamiento lo más rápido posible.

¿Hay quienes ocultan la noticia a sus familiares y amigos?

Si, es frecuente que en la parte inicial de la enfermedad se trate de esconder el diagnóstico. Lo recomendable es que hable con la familia de una forma muy sincera. Todo esto para que también pueda contar con esa compañía que resulta importante.

Quien tiene cáncer cuenta lo que le está pasando cuando ya ha aceptado su condición. La familia debe enterarse de lo que pasa. Hay quienes deciden callar, pero tiempo después -cuando se les cae el cabello- ya no pueden esconder más lo que les pasa. Lo mejor es involucrar a la familia o círculo cercano de amigos.

¿Cómo es el abordaje psicológico con la familia y amigos?

Por lo regular pasan por las mismas fases que la paciente. Con ellos se trabajan unas recomendaciones generales que tienen que ver con el cuidado emocional de sí mismos y de la enferma. Se les indica cómo aceptar las emociones.

En estos tiempos han vendido el cáncer como una enfermedad que es superada por quien mantiene una actitud positiva, por quien le sonríe a la vida. Eso hace que muchas veces los pacientes no se den el permiso de vivir lo que sienten y eso es necesario. Hacer el duelo prepara a la persona para enfrentar el tratamiento.

A la familia se le sugiere no invalidar a la paciente, todo lo contrario. Hay que hacerle sentir que lo que está experimentando es natural, que lo van a enfrentar juntos. El tipo de consuelo donde se pide no llorar o ser fuertes no se recomienda.

¿Cómo reaccionan los familiares o amigos a la noticia?

Eso depende del tipo de relación que tengan. Hay casos en los que la noticia le puede afectar más a los hijos, en otros, al esposo. En esto también influyen las características de personalidad de cada uno y de la etapa de la vida en la que se encuentren. No es una regla general que haya una afectación sí o sí.

Al finalizar el tratamiento, ¿cómo suelen estar en lo psicológico?

Eso también depende de muchas cosas. Esta es una oportunidad para la paciente de encontrarse consigo misma y su familia. Esto puede estar condicionado o no por las huellas físicas que dejó la enfermedad. Eso tiene que ver en cómo se afronten esos cambios. Puede canalizarlos negativa o positivamente y ahí es crucial el apoyo terapéutico que ayuda a la aceptación y a la sobrevida, en donde todo vuelve a empezar.