Elizabeth R. Rojas
LA PATRIA | Manizales
La emergencia generada por el coronavirus llevó a las personas a resguardarse hace unos meses en sus casas. Hoy se dan pasos para continuar con las medidas de prevención y regresar poco a poco a la vida social, en la que la posibilidad de contagio se mantiene.
Jaime Alberto Carmona Parra, doctor en psicología social de la Universidad Complutense de Madrid, calificó la actualidad como un acontecimiento súbito que tomó desprevenida a la humanidad y que modificó algunas ideas, “como esa de vernos como individuos independientes que se labran su propio destino”.
Apuntó que esta situación, que es extrema, sacó lo mejor y lo peor del ser humano. “Se han visto gestos bonitos entre vecinos, familiares y hasta de desconocidos; pero también gestos oscuros como los que han tenido algunos políticos con respecto al dinero y contratos con los que pagan los favores de campaña".
Desde las emociones
El especialista subrayó que a la población hoy la mueve el miedo, que tiende a ser, en cierto sentido, algo estructural, del que detalló varios aspectos: "Uno es un miedo razonable, que es saludable y protector, porque nos lleva a regularnos. Este ha hecho que muchos dejen de salir, esa sería la parte positiva".
La parte negativa, según Carmona, da cuenta del aislamiento producto del distanciamiento físico, medida que para muchos ha sido radical.
"Para las personas solteras, que viven solas; y para los mayores que no tienen compañía y que han estado más aislados, esto los deja expuestos a sus propios miedos, a sus fantasmas y temores. Los problemas mentales se acentuaron durante el confinamiento".
El psicólogo explicó el efecto que los expertos hoy empiezan a ver en los ciudadanos y que se conoce como inercia psíquica y biológica. Tiene que ver con el adaptarse a la rutina que deja la enfermedad y que implicará un esfuerzo para cambiar lo que se venía haciendo.
"Es parecido a la inercia en la física. Cuando un objeto está en movimiento tiende a seguir en movimiento. Veníamos recluidos y, en el momento que habiliten por completo la salida, hacerlo será difícil. Eso también traerá malestares en el proceso de adaptación", agregó.
Mayor afectación
El experto indicó que es a los adultos a quienes este proceso de readaptación les dará más duro, por eso invitó a buscar ayuda en profesionales competentes, sin temor a ser rechazados. Insistió en que quedarse callado no es la mejor opción.
"En la juventud y en la adolescencia hay una mayor flexibilidad; mientras que los mayores tienen procesos de adaptación lentos. Estos últimos son muy importantes en el bienestar de los niños, pues ellos se conectan muy bien con sus cuidadores y se dan cuenta de las situaciones. Son los adultos mayores los que están viviendo las medidas más severas, con consecuencias emocionales más fuertes", subrayó.
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