Lo que se va a contar a continuación no es ficción, es la realidad que viven los docentes en los salones de clase de las universidades de la ciudad. Mientras el profesor llega al aula, preparado para compartir sus conocimientos con sus alumnos, se encuentra con que ellos adaptaron el salón como un espacio de belleza y relajación.
Testimonios de docentes de centros de educación superior de Manizales coinciden en que es costumbre ver durante las clases cómo una joven peina a otra y viceversa o cómo otra le despinta las uñas a su amiga y, además, se las lima y se las arregla. Sumado a que es común observar cómo el compañero de atrás le hace masajes en el cuello a la de adelante. Situaciones como esas son pan de cada día entre estudiantes de diferentes carreras, semestres y edades.
Una catedrática del programa de Mercadeo Nacional e Internacional de la Universidad de Manizales, narra con gracia como durante una clase dos alumnos se fundieron en un beso apasionado, por cierto tan largo, que los demás alumnos y ella debieron esperar que los tortolitos terminaran para continuar con el tema.
Alejandro Higuita, docente de la misma institución, pero del programa de Comunicación Social y Periodismo, expresa que lo más común es el uso del celular para chatear. "Lo más curioso que he visto fue a una niña que sacó un espejo, su amigo se lo pidió prestado y este empezó a maquillarse, lo hizo muy natural y los compañeros también lo vieron natural, supongo que ya lo había hecho en otros cursos".
Higuita explica que esas acciones, como peinarse entre compañeras, es una forma de ellas relajarse, efectos de la distracción, de que no les interesa la clase y están ahí por obligación, por pasar la materia y cumplir con la asistencia.
Claudia Leguizamón, directora de Desarrollo Docente de la Universidad de Caldas, indica que esas situaciones se presentan más en las clases teóricas, donde se ve el papel pasivo del estudiante, ya que, al estar inactivo y sin interactuar, se aburre generando sensaciones y sentimientos desagradables, como cansancio, desanimo, indiferencia.
"Generalmente tienen las manos escondidas porque están chateando. Las ventas en clase se dispararon, todos anda con su caja vendiendo desde comida hasta moños. Es igual la oferta como la demanda. Cuando uno se pone bravo lo hacen a escondidas", indica.
Ella asegura que el problema no es la edad sino la madurez. "Socialmente esta generación de universitarios es inmadura. Se siguen comportando como adolescentes, creen que todavía están en el colegio. Adultos de 30 años comportándose como muchachos de 17".
Yajaira Carrasco Puello, magíster en Cultura y Drogas y psicóloga de Vicerrectoría de Bienestar Universitario y Desarrollo Humano Cristiano de la Universidad Católica, explica que se observan constantes dificultades de los jóvenes frente a las normas y la disciplina, aspecto que se volvió un común denominador entre los adultos del siglo XXI.
"Sufren de una constante resistencia y dificultad para poner límites, normas y lineamientos indispensables para la convivencia en cada una de sus áreas de interacción. Los adultos confunden la disciplina con el castigo y las normas con las imposiciones, resulta indispensable comenzar a pensar la paternidad y maternidad como una condición de cuidado que requiere de manera indispensable el afecto, la disciplina para criar hombres y mujeres respetuosos de la norma".
* Hacer dibujos en los pupitres. Las flores siguen siendo las más recurrentes entre las niñas. También hacer caricaturas del profesor.
* Chatear con el celular, así sea con los mismos compañeros de clase.
* A pesar de la era tecnológica aún se pasan notas en papel o se lanzan papelitos con las cocas de los lapiceros.
* Subir los pies en la silla del compañero de enfrente.
* Comprar mecato y comer en clase.
* No traer cuadernos. La maña es sacar el celular y tomarle fotos a las presentaciones que hace en pantalla el profesor.
* No participar. Tal parece que el silencio es una de las acciones más evidentes entre los estudiantes.
* Como consecuencia del silencio, de la falta de apuntes y de la poca concentración, aparece después la maña de preguntarle excesivamente al profesor.
* Peinarse entre compañeras. Una hora una peina a la otra y viceversa. Salen ambas del salón de clase bien peinadas, pero sin aprender nada.
* Despintarse las uñas, después se las liman, luego se las pintan, si una compañera se ofrece a ayudar, será más entretenido porque conversarán.
* Dar masajes en el cuello a la compañera de adelante, regularmente lo hacen despacio y hablándole al oído, consultándole si siente que se está relajando.
* Sacar el espejo y maquillarse, mientras el profesor explica.
* Hacerse selfies está de moda. Hay profesores que ven como en plena clase dos o tres alumnos se unen para sacarse un retrato con un teléfono inteligente.
* Voleo de papel mojado y pedazos de borrador, apenas da la espalda el docente.
Paula Morales, Ingeniería de Alimentos
Comer en clase.
Israel Navarro, Biología
Sabotear al compañero si se equivoca.
Mateo Quintero, Ingeniería Electrónica
Empezar a darle al puesto con el lapicero.
Lina Ortiz, Administración de Empresas
Dibujar en la silla al profesor.
Valentina Londoño, Ingeniería Ambiental
Comer en clase.
Brayan Rodríguez, Arquitectura
Reírme de todo.
Valentina Soto, Comunicación Social y Periodismo
Cogerme el pelo.
Daniel López, Comunicación Social y Periodismo
Chatear en el celular.
Adrián Trejos, Ingeniería Industrial
Dibujar en el puesto.
Laura Arenas, Ingeniería Mecánica
Ventanear.
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