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Situaciones como la parálisis que vive en este momento el proyecto del Aeropuerto del Café son las que llevan a quienes no conocen a fondo la obra a desvirtuarla y a sembrar dudas en asuntos que ya han sido respondidos desde la parte técnica y desde la planeación presupuestal. Resulta muy desmotivante para la región ver cómo pasan seis semanas desde que renunció el más reciente designado gerente del Patrimonio Autónomo, que administra los recursos de la obra, y no ha sido remplazado, como si no se le diera en los hechos la importancia que se pregona en los micrófonos.
Hasta la fecha no se ha convocado al Comité Fiduciario que debe solucionar esta situación y ponerle doliente al Patrimonio, el cual es un funcionario con el aval del Gobierno nacional para que sea su garante en el buen manejo de los recursos, pero el no tener a alguien en esta labor, es otra manera de desperdiciar los dineros con los que se cuenta hoy en la fiducia mientras la obra sigue parada.
Porque este es el mayor problema, que se cumplieron ya nueve meses desde que se decretó la caducidad del contrato que se tenía con la firma española OHLA por falta de cumplimiento y no hay avances. Después del papelón que hizo el Gobierno nacional cuando quedó en evidencia que su interés en la región no estaba en el Aeropuerto, tras una mala información brindada por el alcalde de Manizales, Carlos Mario Marín, al presidente, Gustavo Petro, corrigió su discurso sobre la obra y manifiesta que la apoya, al ver que la dirigencia regional la priorizó como fundamental para el desarrollo.
Ya se encuentra incluido en el proyecto de Plan Nacional de Desarrollo del actual Gobierno el Aeropuerto del Café como obra estratégica regional, pero los hechos no ven reflejada esa buena voluntad que se pregona. Si bien, el Ministerio de Transporte advierte que hay recursos por más de 500 mil millones de pesos disponibles en el Patrimonio Autónomo, era necesario que se incluyeran nuevas partidas en el Plan Plurianual de Inversiones, para asegurar el finiquito de las obras y para cubrir los sobrecostos por cuenta de las demoras y el encarecimiento de las materias primas. Esto es clave tenerlo resuelto, una vez se emprendan de nuevo los trabajos y ojalá esto sea pronto, pues el riesgo de que se pierdan los movimientos de tierra hechos hasta ahora sigue estando presente.
Es lamentable que la Aeronáutica Civil se niegue a dar respuestas a la región sobre este tema, pues se requiere de su concurso y de todos los demás interesados y con competencia en este asunto para que el proyecto vuelva a arrancar y lo haga con la confianza de verlo realizado lo más pronto que se pueda. Parece que a esta obra la afecta la falta de ejecución que se está convirtiendo en sello de este Gobierno nacional. Es urgente que resuelva el conflicto con el contratista OHLA y no le dé largas. Claro, hace falta también que la dirigencia regional, a una como ya lo ha hecho antes, presione en los altos círculos del Estado para que de una vez por todas se tomen las decisiones que hagan falta para cumplir con este sueño y necesidad de los caldenses y de las regiones vecinas que ven con buenos ojos un aeropuerto que permita la movilidad aérea y los acerque a ellos y a los productos de la región a sus destinos.