El cierre temporal de la carretera entre Ibagué y Cajamarca (Tolima), a causa de un deslizamiento en el kilómetro 63 de esa vía, llevó a que una vez más todo el tráfico vehicular que habitualmente se desplaza por La Línea tuviera que buscar el corredor vial entre Mariquita (Tolima) y Manizales, durante gran parte de esta semana. Después de tres días de largos trancones y esperas de horas en la carretera, desde ayer las cosas empezaron a mejorar, con la apertura parcial del paso por La Línea.
De nuevo, esta situación puso de presente la urgente necesidad de que la carretera que comunica a la capital caldense con el río Magdalena sea objeto de un ambicioso proyecto de infraestructura que la ponga a la altura de su importancia. Aunque se le da tratamiento de vía alterna, esta carretera que asciende al Páramo de Letras merece un tratamiento de primera, ya que el tráfico habitual es significativo y, al lado de la Línea, es el único paso entre Bogotá y la zona del Océano Pacífico colombiano.
Lo más grave es que al ser una carretera tan estrecha y con tantas curvas, varias de ellas con ángulos de 90 grados, el tránsito de vehículos pesados de carga se vuelve tortuosa, a lo largo de 80 kilómetros en los que se forman filas eternas de carros a la espera de llegar a sus destinos. Cuando un tractocamión se vara, por ejemplo, todo se paraliza y el flujo se vuelve casi imposible. Esta vía, además, es la única que comunica a Manizales con todo el oriente de Caldas, lo que implica enormes perjuicios para toda la región.
Desde el Gobierno Nacional debe entenderse que la comunicación entre el centro del país y el puerto de Buenaventura es estratégica y que no puede seguirse dependiendo solo de la carretera por La Línea, donde ya se construyeron grandes túneles y viaductos que mejoraron la movilidad, pero que no es ajena a problemas geológicos que la dejan frecuentemente fuera de servicio durante días, inclusive.
Es el momento de hacer otra gran inversión en la carretera por Manizales, para que el flujo vehicular desde y hacia el Pacífico no tenga interrupciones y congestiones que resultan bastante costosas para la competitividad del país. Además, la vía por Letras sería mucho más rápida, con buenas especificaciones, entre la vía tradicional al Atlántico y el puerto de Buenaventura. El actual corredor cumple ya casi un siglo en las mismas condiciones, y aunque desde hace años se habla de ampliaciones y mejoras de varios sectores del trayecto, todavía no se ejecuta ninguna obra, y los cuellos de botella son permanentes, aún con el tráfico regular.
En lo cotidiano es normal encontrar allí permanentes accidentes que provocan cierres obligados y extensos mientras que los vehículos son levantados de la carretera. Sin embargo, cuando no es la accidentalidad son los derrumbes los que llevan a que el paso se vea restringido o cerrado por completo durante horas y a veces días. El año pasado se anunciaron $200 mil millones para hacer algunas obras en ese trayecto, pero se requerirá mucho más dinero para lograr soluciones de fondo.
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