Las primeras 800 mil dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech serán aplicadas la semana entrante en el Reino Unido (que tiene 66 millones de habitantes), inicialmente a los pacientes más vulnerables en 50 hospitales de ese país. Según lo previsto, las primeras 400 mil personas recibirán dos dosis en dos inyecciones en un lapso de 21 días. Los operativos de transporte y almacenamiento serán exigentes, ya que se requerirán muchos refrigeradores para mantener la sustancia a temperaturas de -70 grados centígrados antes de su aplicación.
Resulta llamativo que el propio primer ministro, Boris Johnson, quien al principio desestimó la emergencia sanitaria y luego tuvo que ser llevado a una unidad de cuidados intensivos a causa del coronavirus, enarbole ahora el liderazgo de occidente para buscarle un remedio rápido a la situación. “Esta vacuna nos permitirá recuperar nuestras vidas y poner en marcha la economía otra vez”, expresó con sensatez. Ese país ya tiene un pedido de 40 millones de vacunas, que se suministrarán de acuerdo con un plan para llegar inicialmente a sectores prioritarios del pueblo británico.
El ejemplo del Reino Unido le servirá al resto del mundo para confeccionar la ruta adecuada al control definitivo de la pandemia de covid-19, que en ese país ha dejado 1,6 millones de contagiados y cerca de 60 mil fallecidos. En el mundo las cifras acumuladas hasta ayer daban cuenta de unos 64 millones de casos y 1,5 millones de muertes por el coronavirus. El hecho de que antes de cumplirse un año del primer reporte de esta enfermedad se tenga una vacuna que podría ponerle fin a la emergencia nos llena de esperanza acerca de una recuperación más rápida de lo que se tenía pensado.
Como ocurre con varias vacunas para otras enfermedades que se suministran a la población mundial, es posible que los receptores del químico sufran fiebre o síntomas gripales horas después de la inyección, pero los expertos consideran que no habrá efectos secundarios graves tras analizar el proceso de elaboración de la vacuna. El gran desafío, realmente, será la operación logística para alcanzar la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible y cortar así la cadena de contagio hasta minimizar al máximo la acción del patógeno.
Colombia no puede quedarse al margen de este avance. Es destacable que haya contacto con la multinacional farmacéutica que asegure la adquisición de 10 millones de dosis, a un precio de 12 dólares por unidad. Ojalá que se cumpla el objetivo de tener la vacuna en el país muy pronto y que sea suministrada de manera gratuita con criterios de prioridad muy claros. Hay que lograr que, como está planeado, en el primer semestre del 2021 se vacune a cerca de 15 millones de colombianos, los más vulnerables por edad, oficios y comorbilidades.
Hay que apuntar a que al final del próximo año todos hayamos recibido las dosis respectivas. No puede permitirse que prosperen los discursos antivacunas que, con falsedades, hacen creer que es contraproducente. Habrá que evitar que unos pocos fanáticos dañen los efectos positivos de la ciencia. Es un asunto ético en el que debe ser defendida la vida de la mayoría.
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