Embajadores y representantes oficiales de la Unión Europea, encabezados por la embajadora del bloque en Colombia, Patricia Llombart, estuvieron en el Eje Cafetero esta semana, conociendo de primera mano las posibilidades de intercambio que en distintos aspectos puede lograrse entre el Viejo Continente y la tradicional zona cafetera colombiana. Una voz que se escuchó al unísono de los delegados europeos es que les interesa obtener productos con valor agregado que se generen en nuestra región para ofrecer en sus mercados.
Así, se abren nuevas opciones para conquistar la llamada Zona Euro, un mercado de 500 millones de consumidores, con productos que vayan más allá del café verde, y que trascienda a bienes agroindustriales que tengan como punto de partida, por ejemplo, el aguacate hass, el cacao, el plátano u otras frutas. Desde el exterior reconocen en Colombia, con especial énfasis en nuestra región, la riqueza que tenemos en lo ambiental, cultural, educativo, científico y turístico, realidades que podemos hacer más atractivas para empresarios y líderes de otros países que miran cada vez con mayor interés esta zona del mundo.
Contamos aquí con un gran talento humano, con universidades que profundizan sus procesos de investigación, con una cultura creciente de la innovación que puede ayudarnos a lograr mejores resultados a la hora de afrontar el desafío de mercados exigentes como el europeo, que también tienen las posibilidades de pagar bien productos de calidad. Hoy el nivel de exportaciones de la región hacia Europa es de 356,5 millones de dólares al año (cerca de $1,1 billones), pero la oportunidad de incrementar esa cifra es gigantesca, por lo que es necesario empeñarse en trabajar duro en aprovechar esa puerta que parece dispuesta a mantenerse abierta.
Es verdad que Caldas, con el 61% de la mencionada cifra, es el departamento de la región que más logra llegar a los países europeos, y que en buena medida eso es producto de la diversificación de mercados que se emprendió hace una década, cuando Venezuela y Ecuador se cerraron a nuestras exportaciones, y fue necesario explorar otras alternativas. Sin embargo, podrían hacerse mayores esfuerzos para llegar con más y variados productos que nos dejen divisas en buena cantidad, y que ayuden a que el PIB regional y las fuentes de empleo de calidad se incrementen.
Frente a la difícil coyuntura de precios del café, por ejemplo, la posibilidad de trabajar más en el procesamiento completo del grano hasta llevarlo de manera directa al consumidor final es una opción que debe tomarse en serio. El montaje de procesos agroindustriales en este sentido puede ser una salida interesante a la crisis cíclica que se vive en el sector, el cual se quedó en la venta del grano en sacos como opción preponderante, cuando pequeños ejercicios han demostrado que al eliminar intermediarios entre quien cultiva y quien bebe el café se pueden obtener ganancias sustanciales.
Es evidente el interés mostrado por los representantes europeos en nuestras riquezas turísticas con respecto a aves y aguas termales, entre otros, frente a las cuales todavía nos falta conformar un verdadero clúster que complemente mejor nuestra oferta y potencialice más los beneficios de trabajar juntos. La cooperación bidireccional en asuntos del conocimiento, la investigación, la ciencia y la tecnología es otro campo en el que hay que profundizar. La posibilidad de intercambios culturales en materia de música puede tener, igualmente, repercusiones muy positivas, así como en otras áreas del saber y la cultura en las que los europeos tienen fortalezas que pueden ser aprovechadas por nuestros estudiantes y jóvenes profesionales.
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