Se calcula que para recoger la cosecha cafetera de este segundo semestre en Colombia se necesitan unos 165 mil recolectores, lo equivalente a tres veces la población del municipio de Chinchiná. 38 mil 600 de ellos se requieren en Caldas. En los últimos cuatro meses del año se recogerá el 55% de la producción total, que la Federación Nacional de Cafeteros aspira a que llegue a los 14,2 millones de sacos. En 602 municipios de 15 departamentos se recogerán cerca de 7,5 millones de sacos en lo que resta del año.
De la cantidad de manos que se tengan en los cafetales dependerá que se cumplan los objetivos planteados, pero claramente la mano de obra local es insuficiente para esa recolección, y poco menos de la mitad corresponderá a personas que llegarán de otras regiones de manera temporal. Tal situación plantea problemas a la estrategia de control de la expansión de la pandemia de covid-19, por lo que se tendrán que establecer requisitos y condiciones muy claras a quienes pretendan arribar a la zona cafetera para las labores recolectoras. La salud de productores, trabajadores y comunidad, en general, está en juego.
Es un riesgo que hay que correr, si se tiene en cuenta la cotización del dólar y los precios razonables en el mercado internacional, lo que permitiría valorar la cosecha anual en $9 billones, la cifra más alta de la que se tenga registro, y que representa cerca del 22% del PIB agrícola. Eso también significa un precio interno que garantiza rentabilidad para el cultivador. Sin embargo, ese riesgo hay que mitigarlo, haciendo una adecuada difusión de los protocolos de bioseguridad, entre todas las personas que estarán involucradas en la tarea productiva durante los próximos meses. Lo escrito en el Plan Cosecha Covid-19 II Semestre debe convertirse en hechos concretos de una recolección segura para la salud.
El uso de tecnologías que mecanicen la recolección es todavía muy incipiente y existen dudas razonables sobre el uso de las derribadoras para cosechar los granos, por lo que seguiremos dependiendo de un alto componente de mano de obra en ese proceso, y hay que trabajar más en la capacitación de las personas que se ocupen de esta labor para que sea más eficiente. Este, como todos los años, habrá que contar con mano de obra foránea, muchos de ellos trashumantes que andan por todo el país según se presentan los ciclos agrícolas, lo que en la coyuntura sanitaria actual implica mayores previsiones. El hecho de que se busque emplear por esta época a personas de la zona urbana local que hayan quedado desempleadas recientemente es una buena idea, pero habrá que supervisar muy bien ese proceso para evitar llevar la pandemia a los cafetales.
En cada caso, la atención a los protocolos que tanto la Federacafé como las autoridades sanitarias recomiendan es una obligación. En la recolección de los granos de mitaca los resultados fueron positivos, al punto de que la caficultura es de los pocos sectores económicos a los que les ha ido bien este año, pese a que la gran mayoría afronta crisis profundas a causa de la emergencia sanitaria. Lo del segundo semestre debe funcionar de manera similar a la primera mitad del año, aunque ahora las exigencias deberán ser mayores, por haber más personas involucradas en la recolección y por estar en alza las cifras de contagio. Por fortuna, para esta cosecha se prevén buenos precios, lo que les permitirá a los caficultores ser más cuidadosos con los recolectores.
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