En un mes, el 27 de febrero, la Corte Suprema de Justicia se quedará sin posibilidad de cuórum para tomar alguna decisión, si en lo corrido de este mes no logra llenar las siete vacantes actuales, después de casi un año de intentos fallidos cuyas causas en lugar de haber desaparecido parecen haber tomado mayor fuerza, con enfrentamientos internos de magistrados en ese tribunal que hacen imposible lograr acuerdos sobre lo más mínimo.
Como la Corte está conformada normalmente por 23 magistrados, de los que solo hay en este momento 16, que representan las dos terceras partes, el fin del periodo del magistrado Ariel Salazar el 27 de febrero haría que ese organismo quede sin posibilidad de tomar decisiones colegiadas. Actualmente, por ejemplo, se necesita el consenso de los 16 magistrados para poder elegir al nuevo fiscal general de la Nación, entre la terna que el presidente Iván Duque entregó a finales del año pasado. Van cuatro intentos fallidos, y la próxima oportunidad será el 30 de enero, en sesión extraordinaria.
Lo peor es que, de acuerdo con la dura carta que Salazar le envió al presidente de la Corte, Álvaro Fernando García, y que se filtró a la opinión pública, las divisiones internas de ese tribunal por intereses que en varios casos lucen vergonzosos, están lejos de tener soluciones rápidas y se agota el tiempo para, por lo menos, ponerse de acuerdo alrededor de los nombres que llegarían a ocupar las vacantes. Ayer se hizo un nuevo intento para elegir siquiera un magistrado más, pero se sumó un nuevo fracaso, lo que deja a la Corte en un estado de suspensión en el que no se percibe ningún horizonte. Ni siquiera hubo acuerdo para elegir al nuevo presidente de ese tribunal, y quedó el magistrado José Francisco Acuña Vizcaya nombrado en interinidad en ese cargo.
El contenido de la carta de Salazar, en el que se habla de las luchas intestinas de los miembros de la Corte para llevar allí amigos que se beneficien con supuesto turismo judicial, entre otros asuntos cuestionables, es un nuevo torpedo a la posibilidad de superar la quietud absoluta que se vive. Eso retrata de la mejor manera el estado de una justicia que necesita cambios urgentes de fondo y que se opone a ser mejorada y modernizada, pese a las evidencias de sus fallas.
En el fondo del asunto se observan vacíos en los mecanismos para escoger a los magistrados faltantes, y como este no es un caso nuevo sino que ya había ocurrido en el pasado, lo que se necesita es que se puedan establecer reglas claras que eviten las estériles confrontaciones de hoy, donde se habla de roscas regionales, roscas dependiendo de las universidades de procedencia y otras aberraciones que deben ser erradicadas de un ente que debería dar ejemplo al resto del Estado. Hay evidente la pugna entre los magistrados de la Sala Laboral Jorge Luis Quiroz, quien viene de ser vicepresidente, y Gerardo Botero quien también manifestó su deseo de llegar a esa dignidad.
La verdad es que ese tribunal se percibe sin rumbo, con múltiples enredos que cada vez se complican más. Resta esperar que en la sesión del jueves haya humo blanco siquiera en el lleno de vacantes, pues de lo contrario el vacío judicial que se percibe va a agravarse. La independencia de poderes debe mantenerse y fortalecerse, y sería lamentable que el Ejecutivo tenga que intervenir porque los intereses particulares de los magistrados estuvieron por encima del beneficio general de contar con una Corte seria.
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