Un confinamiento saludable

Para muchas personas permanecer varios días sin contacto directo con el exterior puede resultar estresante. Es lo que viven miles de caldenses que han acogido con disciplina las necesarias medidas para contener y mitigar el avance de la enfermedad COVID-19 que tiene en emergencia al mundo entero. El desespero y la ansiedad por el confinamiento es algo que puede combatirse, si se adoptan algunas conductas que favorezcan que la mente esté ocupada en asuntos distintos al de la propia situación de la cuarentena y sus implicaciones. Lo primero es no ver este recogimiento como algo terrible, sino como una oportunidad nueva que tenemos de seguir creciendo en circunstancias adversas.
La realidad que afrontamos por estos días puede provocar una avalancha de preocupaciones, y no puede evadirse la búsqueda de soluciones para las nuevos problemas que surgen. No obstante, el desafío es lograr mantener la cabeza fría y entender que solo decisiones con calma podrán llevar a sortear con éxito la coyuntura. Ahora bien, la convivencia durante largas horas con las mismas personas, en algunos casos en espacios reducidos, puede traer como consecuencia conflictos y desavenencias, pero el objetivo de la cuarentena es vencer al coronavirus y no dejarse vencer por los propios orgullos.
Expertos en psicología recomiendan organizar el día, con muchas y variadas actividades, para que al final de la jornada quede la sensación de satisfacción, por haber logrado cosas que en otras circunstancias solo habrían sido objeto de aplazamientos. También hay que ser conscientes de que habrá momentos en los que el autocontrol puede resultar insuficiente, por lo que lo sano es buscar ayuda. Para ello hay varios servicios gratuitos ofrecidos por esta época por universidades e instituciones oficiales, para brindar asesoría por vía telefónica para atender las crisis que puedan presentarse en medio de la cuarentena.
Las incertidumbres por las que pasamos en este tiempo nos generan temores que pueden traducirse en trastornos sicológicos e inclusive fisiológicos que debemos aprender a manejar; hay quienes manejan estas emociones mejor que otras personas, y quienes estallan con lo que está ocurriendo pueden terminar envueltas en tensiones y conflictos que hacen difícil la convivencia, justamente cuando más se requiere de compartir en paz y de trabajo en equipo para superar, como familias, las dificultades que se desprenden de la emergencia que afrontamos.
La posibilidad de que se incremente la violencia intrafamiliar en estos momentos es real, por lo que el llamado es a esforzarse en mantener la calma y no dejarse ganar por el estrés. Si surge la violencia es necesario hacer las denuncias respectivas. La diversificación de tareas en los hogares, con rutinas y responsabilidades claras y rotativas, que hagan que el confinamiento no se convierta en un factor de tensión, es algo fundamental, de acuerdo con expertos. Hay que aprovechar este momento para mejorar la comunicación interna en las familias; el miedo que producen hechos como el actual se puede procesar mejor cuando hay unión de voluntades, solidaridad y comprensión.

Es tiempo de reinventar la manera en que funcionan las empresas, y su interacción con el resto del mundo. También puede ser este el momento de reinventar la comunicación en los hogares, para compartir más en asuntos que entusiasmen a todos sus miembros, que los alejen de los pensamientos negativos y fatalistas que podrían conducir al colapso emocional. No podemos ser islas en medio del confinamiento, porque eso podría hacer fracasar la meta que debemos tener como sociedad de mantener las conductas adecuadas que eviten la posibilidad del ingreso del coronavirus a nuestro entorno.