Manizales Cómo Vamos presentó el miércoles el Informe de Calidad de Vida 2019, que retrata una ciudad previa a la pandemia de covid-19, y que nos conecta con esas prioridades de comienzos de este año, varias de las cuales cambiarán cuando se conozcan los datos duros de diferentes variables para los tiempos que transcurren. En ese sentido, los indicadores divulgados sirven como base de políticas públicas municipales, para indicar el camino que traíamos sin pandemia, y para recuperar el rumbo luego de la emergencia sanitaria que estamos viviendo.
Si la pobreza y la desigualdad aparecen con mejoras a la luz de los índices del 2019, es evidente que estos aspectos requieren desde ya más atención, debido a que el confinamiento hizo visible que las brechas tienden a crecer. En esto veníamos en avance, pero tendremos un retroceso para la medición del 2020. Ojalá haya correcciones rápidas para que la reversa no sea muy fuerte. En esto la generación de empleo formal, las decisiones en cobertura y calidad de educación y salud, y el apoyo a las familias más vulnerables son estrategias vitales para recuperar lo perdido. La educación de los más pequeños se ha visto muy afectada, y en ello tenemos un lastre de años que exige ahora una respuesta más decidida. No actuar a tiempo sería un caldo de cultivo para el deterioro de las condiciones de seguridad y violencia en la ciudad.
Así mismo, tomando en cuenta el Censo 2018 del DANE y las cifras reveladas por Manizales Cómo Vamos, las políticas orientadas a la atención de adultos mayores tienen que ganar fuerza. La pandemia demuestra que quienes son más sensibles a sufrir a causa de la covid-19 son las personas de la tercera edad, y seguirá siendo por buen tiempo un grupo poblacional vulnerable. Ante la transición demográfica en la ciudad y el departamento los adultos mayores tienen que ser un foco estratégico de atención desde los programas municipales. Las proyecciones de población son elocuentes acerca del peso que tendrá la tercera edad en lo local.
Así las cosas, si se afirma que nada será igual después de la pandemia, en el caso de Manizales dicha afirmación tendrá que reflejarse en hechos afines a las necesidades que ahora tienen un relieve mayor. El impacto de la actual emergencia cambiará el rumbo de las estadísticas en diversos aspectos, en muchos de los cuales la capital caldense venía mejorando. Al romperse varios paradigmas con la pandemia, también se experimenta una fractura en el enfoque hacia el desarrollo, en el que la movilidad, la sostenibilidad y la dotación de la ciudad de infraestructura y servicios orientados hacia las nuevas prioridades es fundamental.
Un asunto positivo es la caída sostenida en el embarazo adolescente, el cual según estadísticas recientes, se mantendrá en esa misma tendencia este año. Eso podría significar que las posibilidades de un mejor futuro para las jóvenes están servidas. Sin embargo, esto contrasta con el índice de suicidios, que en buena medida también afecta a los jóvenes y requiere unas políticas más consistentes si queremos dejar de estar en los primeros lugares de este flagelo en el país. Otro lunar de importancia es la malnutrición de muchos niños en algunos sectores de la ciudad que requieren una intervención más eficaz.
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