Nombrar como jefe de gabinete a Guido Bellido, señalado como apologista de la exguerrilla de Sendero Luminoso y misógino declarado, le produjo un arranque complicado al gobierno del recién posesionado presidente de Perú, Pedro Castillo. Era previsible que el nuevo mandatario, quien en campaña pregonó ser marxista, conformara su equipo de ministros con un predominante sesgo de izquierda, pero lo de Bellido llevó a que incluso aliados del nuevo jefe de Estado se declararan indignados por dicha designación.
Esta situación ha llevado a que los peruanos recuerden que el nuevo líder ministerial fue investigado por la Fiscalía por su presunta “apología al terrorismo”, y a que desde varios sectores se le solicite al Congreso que no se le otorgue a Bellido el llamado voto de confianza, sin el cual no podrá ejercer. Como hasta ayer no se conocía el nombre del ministro de Economía y Finanzas predominaba el nerviosismo en los mercados, y había incertidumbre acerca del rumbo que podría tomar el país. La promesa de Castillo de reformar la Constitución Nacional es otro punto que tiene a los peruanos a la expectativa.
En el discurso de posesión de Castillo llamó mucho la atención su anuncio de que convertirá al Palacio de Pizarro, que tradicionalmente ha sido la casa de gobierno, en un museo, y el hecho de que afirmara que al finalizar su mandato volverá a ser un maestro de escuela rural, como ha sido buena parte de su vida. Así las cosas, la llegada del presidente izquierdista tiene al Perú en una crisis de confianza que, ojalá, pueda resolverse favorablemente, y pronto.
Después de una seguidilla de presidentes de cortos periodos, debido a circunstancias de presunta corrupción, los habitantes de ese país esperan que se acabe con la inestabilidad en el principal cargo público nacional, pero el estrecho margen con el que Castillo derrotó a la derechista Keiko Fujimori, hace prever que vendrán días de intensa polarización, alimentados por lo actos polémicos del nuevo mandatario. Esperamos que comprenda que tiene la responsabilidad de ser el presidente de todos los peruanos, incluso de ese medio país que no lo respalda, y que actúe como un demócrata.
En lugar de ir al choque desafiando a la oposición, Castillo debería buscar espacios de concertación de asuntos fundamentales con todos los sectores políticos, económicos y sociales del vecino país. De otra manera, podrán venir épocas muy difíciles para los peruanos. A los colombianos debe importarnos mucho que la estabilidad en el poder pueda fortalecerse y consolidarse, y que incluso el nuevo mandatario peruano le pueda servir de puente a Colombia para que en Venezuela se den los cambios que se necesitan con urgencia.
Sin embargo, el polémico arranque de este gobierno no hace prever que vengan tiempos fáciles. Ojalá Castillo entienda esto muy pronto y que su actuar sea moderado; los ejemplos de Nicolás Maduro en Venezuela y de Daniel Ortega en Nicaragua, no deberían ser sus paradigmas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015