El acuerdo por un cese al fuego y de hostilidades temporal y bilateral anunciado ayer entre el Ejército de Liberación Nacional (Eln) y el Gobierno de Colombia en Quito es un paso importante en el camino de consolidación de la paz con los grupos insurgentes en el país. Como sucedió en el proceso con las Farc este avance debe caminar a convertirse en uno permanente. No podemos olvidar todas las desconfianzas que se tenían en el proceso llevado en Cuba y fue a partir de este tipo de gestos como se fue consolidando para poder ganarse parte de la opinión pública, necesaria en busca de la legitimación del acuerdo definitivo.
Esa experiencia nos tiene que servir para entender que en este momento la desconfianza continúa, sobre todo cuando está sentada en la mesa de la contraparte una agrupación que se ha caracterizado por su exceso de retórica y su falta de coherencia para tomar acciones que demuestren su verdadera voluntad de paz. Así que del éxito de este cese de hostilidades dependerá buena parte de lo que venga en el futuro en unos diálogos que esperan con ansia muchas regiones en Colombia afectadas por la presencia de los elenos, y que ven cómo en lugares en donde se encontraban las Farc se ha disminuido la intensidad de la violencia.
Ojalá no se tenga que esperar al primero de octubre, día fijado para el comienzo del cese al fuego y de hostilidades, para detener las acciones, pues ya sabemos que el Eln se ha caracterizado por querer demostrar fuerza a punta de actos terroristas, como lo hizo la semana pasada. El Gobierno debe estar atento a que esto no suceda e instar a los elenos a no cometer ese tipo de actuaciones que sabemos que terminan haciéndole mucho daño a la credibilidad que requiere ganar este proceso. Si aún hay recelos con las Farc que ya dejaron sus armas, que estas ya están en manos de la ONU, cómo será con un grupo que sigue alzado en ellas y con el que ha sido tan difícil llegar a acuerdos en distintos momentos de la vida nacional.
Este anuncio previo a la visita del papa Francisco a Colombia genera esperanzas, pues los colombianos bien sabemos que avanzar en estos acuerdos son pasos importantes, pero que la fragilidad del proceso sigue presente y requiere de mayores decisiones que permitan llegar hacia la reconciliación que todos queremos. El Gobierno también se ha comprometido a reforzar el sistema de alertas tempranas para proteger a los líderes sociales que siguen siendo víctimas de asesinatos y amenazas a lo largo del país. Es importante que la palabra empeñada también sea tenida en cuenta.
Es clave que durante los 102 días que estará vigente el cese al fuego haya verificación de las acciones para que se pueda dar razón oportuna de las situaciones que se puedan presentar y que se tengan canales confiables para solucionar cualquier coyuntura. Del éxito de este acuerdo temporal depende que lleguemos a uno definitivo, que será clave en la consolidación de una paz necesaria en el país. Al fin y al cabo se trata de salvar vidas de colombianos y a eso se le tiene que dar siempre prioridad.
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