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Desde que se creó, a mediados de los 90 del siglo pasado, la Empresa de Renovación Urbana de Manizales (ERUM) ha sido un dolor de cabeza. Nunca logró despegar ni cumplir con su misión. La labor más importante que se le encomendó desde el 2008 tampoco ha salido adelante: el Macroproyecto San José. Razón tienen las comunidades de ese sector de la ciudad al criticar su tarea y exigir que se vean los resultados prometidos. Han pasado cuatro administraciones municipales sin que hayan podido concretar esa iniciativa, y cada una ha ofrecido toda clase de disculpas para disfrazar la ineficiencia y la incapacidad para alcanzar metas.

Ahora se impone la idea de que sería mejor liquidar esa empresa y arrancar de cero. Por lo menos eso es lo que se ha escuchado en el Concejo, pero esa más parece una salida rápida y efectista que la solución real a los problemas que se tienen en la empresa. ¿Con acabar la ERUM se terminan las dificultades y aparecerán las soluciones? Todo indica que no. Debe hacerse un análisis más riguroso, ver las causas de la ausencia de resultados, analizar si hay excesos burocráticos, pensar en modelos que puedan ser más efectivos. Liquidar por liquidar es erróneo.

Puede ser este el momento en el que se aplique una mayor sinergia entre el sector público y el privado de la ciudad, para concretar la reformulación del macroproyecto, y encontrar salidas que cumplan los objetivos sociales que clama la comunidad desde hace tiempo, y que permita que esa zona de Manizales pueda ser un nuevo polo de desarrollo en el que participen empresarios que ayuden al despegue definitivo, y en ese marco ajustar la ERUM para que sea afín con esa nueva visión de ciudad.

Por lo pronto, quienes están al frente de la empresa deben ser claros acerca de los proyectos que se manejan y los avances o retrocesos que se hayan dado. Específicamente tienen la responsabilidad de responder sin evasivas las inquietudes alrededor de las Viviendas de Interés Prioritario (VIP) y de Interés Social (VIS), que han estado cundidas de tropiezos. A la fecha se tienen 335 apartamentos de los 612 prometidos en las cinco Unidades de Ejecución, lo que representa solo el 54,7% de lo estimado. Hace ya varios años que todos debieron ser entregados, pero siempre han aparecido las disculpas para respaldar el lento avance.

La improvisación y la falta de planeación desde el gobierno de Juan Manuel Llano es evidente, pero la actual administración tampoco ha podido destrabar ese Nudo Gordiano, pese a que hubo un compromiso del alcalde, Carlos Mario Marín, para que el macroproyecto se reactivara. Si ese sigue siendo su convencimiento debería considerar prioritario hallar un nuevo camino, con ERUM o sin ella, pero con la claridad de que la dirección que se tome permitirá avanzar por fin y acabar con esa frustración que embarga a los manizaleños. Lo fundamental no es, simplemente, decir que no sirve lo que hay, sino aprender de las equivocaciones y cimentar de mejor manera el futuro de todo ese sector, que tanto lo necesita.