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El viernes se hizo en Turbaco (Bolívar) el primero de los 50 diálogos regionales que se tienen programados, y que el presidente, Gustavo Petro, denomina “vinculantes”, como una forma de expresar que serían de obligatorio cumplimiento. La idea del mandatario es que las conclusiones de esos encuentros sean incorporadas al Plan Nacional de Desarrollo (PND), que debe estar listo para finales de enero próximo. El mandatario dice que lo expuesto por las comunidades será “mandato soberano”, pero lo cierto es que la ley del PND tendrá que ser primero aprobada en el Congreso de la República.
Entre la logística establecida por el Ejecutivo está que los funcionarios nacionales, principalmente ministros, repartidos por zonas específicas, lideren los diálogos y recojan las iniciativas presentadas por las comunidades y que luego se establezcan las prioridades para su ejecución. Será una labor compleja poner de acuerdo a los distintos representantes de las comunidades para seleccionar aquellas iniciativas que ingresarán al PND. Ojalá que se logre establecer una metodología efectiva para este desafío y así garantizar que esto no se convierta en frustraciones.
Además, los funcionarios gubernamentales deberán acompañarse de un equipo técnico muy organizado y bien enfocado, porque muchas iniciativas ciudadanas podrían no ser viables en el corto y mediano plazo o no corresponder a proyectos realmente estratégicos para el desarrollo de las regiones, siendo posiblemente muy populares. O, puede ocurrir que haya otros proyectos que siendo estratégicos y necesarios para una región determinada no sean totalmente de aceptación popular. Un reto en este sentido es entender que la planeación es una tarea técnica que no puede manejarse al vaivén de la cambiante opinión pública.
Es muy importante que en esos diálogos participen representantes esenciales de las comunidades, como asociaciones ciudadanas, sindicatos, alcaldes, gobernadores, grupos políticos de gobierno, pero también la oposición, y que su papel no sea solo figurativo, sino que en realidad haya oídos, inclusive, para la crítica. La logística para la puesta en marcha de este mecanismo de participación no será sencilla, pero por el bien del país esperamos que el proceso y la compilación de conclusiones, igual que su posterior ejecución salgan muy bien y se convierta en un modelo que le dé forma consistente al mandato constitucional de la planeación participativa.
Ahora bien, también hay que decir que este tipo de diálogos no son un invento del actual gobierno, ya que los consejos comunitarios del expresidente Álvaro Uribe tenían una idea similar, aunque informal. Algo parecido hizo en su gobierno Juan Manuel Santos y hasta el expresidente Iván Duque con los talleres Construyendo País, pero la expectativa esta vez es que las inquietudes ciudadanas terminen con asignaciones presupuestales concretas durante los próximos cuatro años. Petro también ha dicho que esta iniciativa deberá ayudar a la construcción de la paz total que promueve su gobierno, objetivo ambicioso que no será fácil concretar. 

Para el caso del Eje Cafetero está previsto que la reunión del diálogo regional vinculante se lleve a cabo en Manizales, liderada por el ministro de Defensa, Iván Velásquez. Antes de la realización de la gran reunión sería pertinente que desde los distintos sectores de la región se busque avanzar en la búsqueda de consensos alrededor de las prioridades regionales, y de esa manera llegar al encuentro con muchas claridades acerca de lo que no se puede quedar por fuera del plan de desarrollo. No será un ejercicio fácil, pero vale la pena intentarlo.