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El asesinato en la madrugada del miércoles de cinco personas en la vereda La Isla de Manizales, a orillas de la quebrada Llanogrande, límites con el municipio de Neira, tiene que considerarse un hecho grave que debe ser investigado a profundidad, esclarecido totalmente y llegar así a la captura de los responsables. No es normal que ocurra algo así en la ciudad, como tampoco lo fue la masacre de abril del año pasado en la vereda La Garrucha, también en Manizales, en la que murieron cuatro personas. Tal vez no haya conexión con los mismos autores, pero que sí pueden corresponder al mismo fenómeno, en el que los negocios ilícitos y el microtráfico están en la raíz.
La manera como actuaron los homicidas, con tiros de gracia en las cabezas de sus víctimas, corresponde al comportamiento típico de bandas mafiosas, como una forma de ajustar cuentas y enviar mensajes a quienes no les obedezcan, lo que implicaría la existencia de redes y de otras posibles víctimas de este tipo de acciones. Al estar ligado este hecho a un negocio nocturno y actividades de prostitución, las hipótesis alrededor de turbias relaciones en el bajo mundo se ubica en primer plano, pero es necesario analizar las distintas perspectivas que ofrezcan las pruebas y establecer la verdad de lo ocurrido para poder atacar los orígenes y cerrarle la puerta a la criminalidad. 
Como sea, todo lo que se diga acerca de las causas son meras especulaciones, y lo prudente es esperar el resultado de las investigaciones que realicen las autoridades, quienes cuentan con testimonios de testigos de los hechos y varios indicios claros que podrían llevar rápidamente a los responsables. Ya en investigaciones sobre hechos criminales del pasado las autoridades han llegado a la desarticulación de bandas y a la captura de jefes de negocios ilícitos, pero también es cierto que siguen quedando cabos sueltos que mantienen activo el problema, con posibilidades de agravarse.
Ahora bien, no sería justo afirmar que vivimos en Manizales en medio de la inseguridad, que si salimos a la calle estamos expuestos a ser víctimas de los criminales. Las estadísticas muestran una merma real en el número de homicidios en la capital caldense, y en general en todo Caldas. Los crímenes de alto impacto que nos llegaron a afectar en el pasado están lejos de convertirse en situaciones cotidianas. En el contexto general disfrutamos de una ciudad segura en la que, si bien hay algunos vacíos y debilidades, en términos generales hay tranquilidad y buena convivencia.
Por eso, es fundamental que las autoridades apliquen todas sus estrategias de inteligencia, con investigadores expertos y suficientes que logren desenmarañar la madeja y darle un golpe certero a los criminales. Las recompensas son una herramienta importante, pero también hay que tener mucho cuidado con la credibilidad y sustento de las versiones que lleguen, para que el caso no termine desviado de los verdaderos objetivos. Esperamos que muy pronto se nos cuenten todos los detalles de lo ocurrido y se pueda entender el fondo del asunto. De otra manera, el miedo podría ganar espacios, lo que les daría ventajas a los delincuentes.

Las autoridades y la ciudadanía caldense tenemos la responsabilidad de preservar la calma relativa de la que gozamos, e inclusive trabajar para bajar a cero los riesgos de ser víctimas de la criminalidad. El trabajo serio de la Policía, de la Fiscalía y de todos los entes del Estado que ayuden a esclarecer lo ocurrido es primordial, así como la colaboración de las personas para denunciar y hacer notar situaciones que sean anómalas. Es la manera directa para lograr un control oportuno que evite nuevos hechos sangrientos y de inseguridad.