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La Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) surgió tras el triunfo de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial como una forma de mantener a raya, en la Guerra Fría, a quienes tuvieran ambiciones imperiales o que decidieran resolver sus conflictos con otros países a través de la violencia. Los países de la Cortina de Hierro y sus aliados tuvieron a su vez el Pacto de Varsovia (OPV). Aunque en un mundo ideal lo mejor es que no hubiera que contar con alianzas para evitar guerras, la realidad nos ha golpeado a todos, con la decisión del autócrata ruso Vladimir Putin de empezar a anexionarse territorios porque los considera de su país, sin tener en cuenta las largas disputas por las independencias que han dado esas naciones por siglos.
Para la muestra Crimea y Ucrania que en tiempos de los zares eran gobernados con puño de hierro, pero que supieron ganar su independencia. Las alianzas no son algo nuevo en el mundo, como algunos creen. En tiempos de la amenaza de Soleiman, los pueblos católicos se organizaron para tratar de contrarrestar su avance; antes, Roma apoyó a Egipto incluso en sus guerras internas, en fin, ha sido la mejor manera de sumar fuerzas para tratar de contener a otros o, en el peor de los casos, como lo fueron los países del Eje, para atacar a los demás.
Sin embargo, algunos cuestionaban que en pleno Siglo XXI existieran alianzas para la guerra. Se esperaba que las disputas territoriales se resolvieran, a estas alturas de la historia,  por las vías diplomáticas o por tribunales internacionales  creados para ello, y se daba casi que por descontado que las ambiciones imperiales eran cosa del pasado. Putin se ha encargado de decirle a todos que siempre hay alguien con ambiciones imperiales expansionistas. Por eso, hoy más que nunca la OTAN se hace necesaria, al punto que países históricamente neutrales como Suecia y Finlandia han pedido entrada a este grupo de defensa internacional.
La cumbre que celebró la OTAN en España esta semana puede ser la más importante desde su creación, no solo porque decidió estudiar la llegada de estos dos países cercanos, sino que le dijo a Rusia que es una amenaza para el orden mundial, sin miramientos. Además, se logró contener el veto que pretendía Turquía, buen aliado del ruso. Además, quedó claro que Estados Unidos es el líder natural de esta alianza y el anuncio de que crecerá su presencia militar en Europa es importante para este continente que durante años incumplió sus cuotas de armamento y ahora se ven atrás frente a Rusia.

En otras decisiones menos publicitadas, los miembros de la organización se han comprometido a llegar a neutralidad cero en las emisiones de gases de efecto invernadero en 30 años, con lo que muestra una preocupación legítima por estos temas, pero que de nada servirán si Putin decide u obliga a otros a llegar a las armas nucleares. Parece casi imposible, pero un año atrás nadie creía posible que se atreviera a entrar en Ucrania y ya lleva cuatro meses destruyendo a este país. Desgraciadamente la diplomacia no funciona con ciertos personajes que deciden que su poder radica en ellos y no en las instituciones, y el resto del mundo tendrá que enfrentarlos.