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El pasado fin de semana terminaron en Cartagena los XXI Juegos Deportivos Nacionales, con un balance bastante modesto para la delegación de Caldas. Se alcanzaron apenas las mismas tres medallas de oro de hace cuatro años, y solo hubo un mínimo avance al pasar del puesto 15 al 14 entre 31 delegaciones departamentales, que también incluyeron a Bogotá y Fuerzas Armadas. Aunque el objetivo era, al menos, doblar las preseas doradas y ubicarse entre los 10 mejores, se demostró que aún estamos muy lejos y el avance no se percibe. Si bien Antioquia, Valle y Bogotá tienen realidades deportivas muy distintas desde hace mucho tiempo, con numerosos competidores en el ciclo olímpico, la enorme ventaja que nos llevan requiere explicaciones.
Valle con 165 oros, Antioquia con 134 y Bogotá con 105 acapararon las mejores posiciones, mientras que los últimos lugares fueron para los departamentos más apartados, como son los casos de Sucre, San Andrés, Caquetá, Arauca, Chocó, Amazonas, Putumayo, Vichada, Vaupés y Guaviare, que no lograron ni una sola medalla dorada. En ese contexto lo que ha ocurrido en Caldas tiene que hacernos reaccionar de manera más decidida, más cuando está demostrado que departamentos de tamaño similar al nuestro o incluso más pequeños, como Risaralda, tienen resultados sobresalientes. Sus 24 medallas de oro y su sexto lugar en la tabla hablan por sí mismos.
Los deportistas y técnicos caldenses reconocen que en esta ocasión recibieron el apoyo decidido del Gobierno Departamental, que fue diferente a lo ocurrido en el pasado, cuando les tocaba afrontar múltiples sacrificios para aspirar a competir; pero aún así no se pudo dar el salto esperado, el cual incluso quedó esbozado en el Plan de Desarrollo de Caldas como la meta de estar entre los 10 primeros. El desafío para los Juegos del 2023, cuando además seremos anfitriones al lado de Risaralda y Quindío, es que logremos una figuración más sobresaliente, evitando, desde luego, la importación de deportistas que distorsiona realidades.
A la luz de la historia de los resultados, Caldas ha tenido grandes altibajos que muestran la ausencia de un proceso serio de cara a las competiciones. Sus mejores presentaciones fueron en los juegos de 1988 en el Eje Cafetero, con 13 medallas de oro, y en los Juegos del 2000 en Boyacá y Nariño con igual número de preseas. El resto de participaciones han sido similares a las de este año. De todos modos, esta vez hay que valorar el esfuerzo de deportistas como Andrés Felipe Rendón (karate), Luisa Fernanda Naranjo (ciclismo de pista) y Maira Vargas, Pamela Holguín, Andrés Eduardo Díaz y Eduardo Londoño, que conforman el equipo de relevos mixtos de triatlón. Sus procesos deben ser fortalecidos.

Estamos convencidos, así mismo, que los deportistas caldenses que lograron esta vez medallas de plata y de bronce, muchos de ellos adolescentes que apenas están comenzando su carrera, pueden brillar en el inmediato futuro si reciben el apoyo esperado. El gobernador electo, Luis Carlos Velásquez, ha sido enfático en su compromiso con el respaldo a los deportistas de esta región, y esperamos que eso se vea reflejado en resultados concretos. Sin embargo, para ello, es fundamental que se haga una revisión pormenorizada a las ligas y a los técnicos, para ver si se está haciendo bien el trabajo. De lo contrario, pensar en traer entrenadores nacionales e internacionales que orienten de manera adecuada a nuestros deportistas. Si se tiene la intención de hacer las cosas bien, ahora se requiere que de manera concreta se vean los resultados.