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El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, llegó ayer a Colombia con motivo de los primeros cinco años de la firma del Acuerdo de Paz con la extinta guerrilla de las Farc, cuya implementación ha tenido indiscutibles avances, pero también enormes tropiezos, con lo que este es un aniversario agridulce. Es el tercer secretario de la ONU que visita Colombia en la última década y que expresa su entusiasmo por lo que puede significar dejar atrás la historia de violencia que hemos padecido los colombianos.
Al afirmar: “Es importante visitar a un país que está construyendo paz”, Guterres dejó claro el compromiso de la organización multilateral que dirige de insistir para que ningún interés diferente al de construir la paz en el país se atraviese y pueda reactivar esas épocas en las que el país vivía atemorizado ante la inminencia de los ataques terroristas y las confrontaciones en el campo de guerra. Lo cierto es que, luego de algunas ambivalencias del actual gobierno acerca de cumplir lo pactado, hay aspectos del acuerdo que empiezan a dar resultados, como los proyectos productivos de los excombatientes. Según Indepaz vamos en un 15% de lo pactado.
Los puntos más atrasados en la implementación tienen que ver con el llamado Desarrollo Rural Integral y el cumplimiento de la Ley de Tierras, entre otros, que fueron puntos de compleja discusión en La Habana entre los líderes de la exguerrilla y del Gobierno Nacional. Es fundamental que pueda avanzarse en esos aspectos, que tienen relación directa con el origen del conflicto armado en el país, si queremos pasar para siempre la página de sangre y odio en la que estamos estancados. No es algo fácil ni sencillo, pero en el mediano y largo plazo será una inversión muy positiva en el bienestar de todos.
Algo que parece muy positivo en el actual panorama nacional es que ninguno de los candidatos precandidatos presidenciales por los distintos movimientos políticos, incluido el Centro Democrático, que tanta resistencia tuvo frente a esa negociación, manifiestan alguna intención de dar marcha atrás en lo comprometido, y si bien la aplicación integral del acuerdo aún está bastante cruda, es evidente que se podrá avanzar en el futuro, tal vez con mayor velocidad, y que los colombianos podremos así percibir los beneficios de haber concretado ese acuerdo.
Así mismo, al resaltar la importancia del sistema de justicia transicional colombiano y calificarlo como el “más avanzado del mundo”, el líder de las Naciones Unidas dio un nuevo impulso a la Justicia Especial para la Paz (JEP), que esperamos empiece pronto a dar resultados concretos en su búsqueda justicia, verdad, reparación y no repetición. Ese apoyo internacional, que ya había dado recientemente la Corte Penal Internacional (CPI), debe servir para que en el país también le demos todo el respaldo a esa jurisdicción especial. En la medida en que tanto la implementación del acuerdo como las acciones de la JEP den frutos claros y concretos, más elementos podremos reunir para avanzar y no dejarnos arrastrar por quienes persisten en la violencia.