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Oscuro es el panorama de las deudas que tienen en Caldas las EPS con las clínicas y los hospitales públicos de la región, lo que afecta de manera directa a los ciudadanos que reciben atenciones médicas mediocres, a quienes les dilatan las citas con especialistas, a los que no les aplican tratamientos a tiempo, o a quienes no les entregan oportunamente los medicamentos. Un informe de este diario, publicado el pasado miércoles, dejó en evidencia que en hospitales de baja complejidad el 48% de las acreencias son de difícil recaudo, y que la cartera total en los hospitales públicos del departamento llegó a los $158 mil millones en el corte del 30 de junio.
Con este panorama resulta muy difícil que funcione bien la salud en nuestra región, que es solo parte de ese enorme problema que sufre todo el sistema en el país, en el que abundan las dificultades tanto en el régimen contributivo como en el subsidiado, y donde los incumplimientos de las EPS son el común denominador. Esto es lo que lleva a muchos a decir que la salud en Colombia está desfinanciada, lo que se agrava con las peripecias que acometen algunas de estas empresas que se dedican a cambiar de razón social, bajo la mirada pasiva del Estado, con el único propósito de atrasar las soluciones de fondo, mientras que las viejas acreencias se convierten en recursos de más difícil recaudo.
Esta última situación tiene nombres concretos y cifras exactas. Es el caso de EPS como Salud Vida (37,69%), Cafesalud (15,20%) y otras aseguradoras en liquidación (17,97%) que son responsables del 70% de las deudas con el régimen subsidiado en Caldas. En el contributivo los hechos son calcados: el 89% de las deudas las tienen Cafesalud (23,93%), Nueva EPS (20,87%), Coomeva (19,36%) y otras entidades en liquidación (24,70%). Hay grandes interrogantes acerca de si tales recursos podrán recuperarse en algún momento y sobre la prestación de los servicios sin interrupción a los usuarios, como es el compromiso que tienen clínicas y hospitales de la región, y desde luego si el nivel de esas atenciones corresponde a lo establecido en los protocolos y criterios mínimos de calidad que deben ofrecerse.
Desde hace mucho tiempo se vienen buscando salidas, las cuales no se concretan aún, mientras que la situación se hace más caótica cada vez. Se implementan apenas paños de agua tibia para tratar de aliviar los síntomas, mientras que por dentro sigue expandiéndose un cáncer que ya parece imparable. La Superintendencia de Salud, que actúa como intermediadora entre las EPS y las clínicas y hospitales en todo el país, viene demostrando la incapacidad para corregir el rumbo, lo mismo que el Ministerio, y todo indica que será el próximo gobierno el que se vea obligado a asumir determinaciones fuertes que introduzcan el orden.

Bajo esos nuevos esquemas que habrá que implementar en el futuro es necesario establecer respaldos a las deudas del sistema, por medio de aseguradoras, de tal manera que se garantice un equilibrio financiero que se refleje en una atención responsable a la salud de los afiliados. Esto debe ir de la mano del fortalecimiento de los programas de prevención y promoción de la salud, para que cada vez menos recursos tengan que gastarse en los procedimientos curativos, que es lo que ocurre actualmente. Es necesario que haya una profunda reflexión que lleve a que las múltiples críticas al sistema se conviertan en soluciones reales; la idea de adoptar un sistema nacional descentralizado en el que más que competencia haya cooperación podría ser tenido en cuenta.