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El 2020 fue un año extraño, sin molde, de amarga recordación. La pandemia de covid-19 reeditó episodios similares en la historia a los de hace un siglo, cuando el mundo padeció la llamada Gripe Española. Cerca de 1,8 millones de personas murieron a causa del coronavirus el año pasado y el 2021 arranca con cerca de 83 millones de contagiados.
 Esta emergencia sanitaria, que se espera conjurar con las múltiples vacunas que ya están en el mercado, causó graves problemas a la economía del mundo, donde regiones como América Latina sintieron las consecuencias con mayor rigor. Hoy tenemos la esperanza de empezar a avistar un panorama más claro para la salud y la economía colombiana, aunque el rezago en la aplicación de vacunas y el gran deterioro sufrido en el país en materia de empleo opaca en buena medida la ilusión de una recuperación rápida. Para acortar ese camino hay la urgencia de una reforma laboral que ojalá encuentre ambiente en el Congreso y mayores avances en la aplicación de políticas que tiendan a respaldar a las pequeñas y medianas empresas y se orienten hacia la equidad.
 Sin embargo, los mayores desafíos para Colombia en el año que comienza no tienen relación solo con la covid-19 y sus repercusiones. El gran punto pendiente, en el que poco se avanza y debería ser prioridad, tiene que ver con la implementación pronta y eficiente de los acuerdos de paz, lo cual ayudaría a dejar atrás el fantasma de la violencia y comenzar a construir un futuro en el que reine la tranquilidad en los campos y ciudades.
 En ese sentido, se requiere un mayor compromiso del Gobierno Nacional para ponerle fin a las masacres, que en muchos casos afectan a desmovilizados de la guerra. También llegar al punto final para los asesinatos selectivos de líderes sociales. Esa es una barbarie que no solo causa dolor y alimenta conflictos en las comunidades, sino que ayuda a que reine el pesimismo que tanto afecta las posibilidades de bienestar social y económico futuro.
 Para Manizales y Caldas también hay retos importantes este año, y tenemos la esperanza de que los caminos errados del 2020 puedan corregirse pronto para el bien de todos. Hay que enfocarse en sacar adelante el Aeropuerto del Café y agilizar soluciones efectivas para la vía a Mariquita (Tolima). También debemos concretar el Área Metropolitana del Centrosur. En todo Caldas hay que trabajar fuerte para hallar las fórmulas de una reactivación que nos permita acelerar el logro de los propósitos regionales.
En el caso específico de Manizales, la esperanza es que se dejen atrás las ambivalencias y se corrija el rumbo de la ciudad. La inestabilidad en el gabinete municipal durante el año pasado no fue sana, y continuar en esa línea podría tener consecuencias graves para todos. Ojalá se gane en aplomo y se avance con firmeza y determinación hacia un porvenir más claro que ayude a recuperar el optimismo que muchos manizaleños han perdido. Terminar el año con el doble del desempleo del 2019 evidencia que se requieren acciones urgentes para evitar una ciudad empobrecida, y en ello los sectores público y privado, a lado de la academia y demás actores deben sumar fuerzas para concretar alternativas.