Fecha Publicación - Hora

Desde finales del 2014 el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que el liderazgo que había tenido Estados Unidos desde 1872, cuando superó al Reino Unido como la principal economía del mundo, era asumido en ese momento por China. Se creía que eso iba a ocurrir en el 2019, pero la realidad superó los pronósticos. En el 2014 el PIB chino llegó a 17,632 billones de dólares, mientras que los Estados Unidos se quedó en 17,416 billones, siendo la primera vez en cerca de 14 décadas que el país norteamericano perdía el primer lugar.
Aunque el crecimiento económico chino ha bajado su ritmo durante los años recientes, se ha mantenido por encima de las potencias occidentales y del promedio global, lo que confirma su presencia en la punta de los indicadores. Hacia el futuro se vislumbra con una velocidad mayor, lo que consolidará a China en el primer lugar. ¿Hasta cuándo? Eso es algo que nadie podría calcular. El presidente Donald Trump llegó este año a la Presidencia de los Estados Unidos con la promesa de que ese país recuperará su grandeza, pero mientras su estrategia es el aislamiento la China se abre al mundo, lo que podría acelerar la brecha entre los dos países. Todavía hay una amplia diferencia a favor de los estadounidenses en el ingreso per cápita, pero no pasará mucho tiempo para que eso empiece a cambiar.
Así que la pretensión del presidente chino, Xi Jinping, quien recientemente al cierre del XIX Congreso de Partido Comunista Chino, dijo que su país será la primera potencia mundial en el 2050 (lo que llamó el “sueño chino”) no es un asunto descabellado. Además, el liderazgo del que ahora goza al ser reelegido para los próximos 5 años y lograr que su pensamiento político sea incluido en la Constitución, como solo había ocurrido en vida con Mao Zedong, garantiza que su visión sea aplicada durante los próximos años y que esa posibilidad de convertirse en el principal líder del mundo no sea lejana. 
La doctrina de Xi Jinping es conocida como Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era, y según The Economist, junto a Marx, Lenin, Mao y Deng, el actual presidente se erige como la principal autoridad y guía de lo que debe ser un buen comunista chino. Tal situación en las actuales circunstancias, tomando en cuenta que ese país asiático es el más poblado del planeta, con 1.385 millones de habitantes, pone a Xi Jinping en un lugar muy significativo. Frente a esta realidad se encontrará Trump la próxima semana, cuando llegue a China en visita oficial.
Esa forma de socialismo se caracteriza por fomentar el contacto con el capitalismo al enfocarse en la modernización económica, pero al mismo tiempo garantizar una férrea hegemonía política en todo su territorio, con una muy particular interpretación de los derechos ciudadanos y con libertades individuales limitadas desde la óptima de Occidente. Sus consignas principales son: lucha frontal contra la corrupción y contra las disidencias. A la par de este enfoque hacia adentro, la China se mueve ahora con el propósito de ponerse al frente no solo en temas económicos, sino en términos políticos, militares y ambientales.

Otro dato llamativo es que el actual gobierno logró sacar de la pobreza a 60 millones de chinos en los últimos cinco años, y el propósito trazado por Xi Jinping es seguir avanzando por esa senda hasta desaparecer la pobreza en su país, con el propósito de incrementar el consumo interno. Ya sabemos que lo que mejor hacen los chinos es planear, y que cuando ponen fecha a sus proyectos los cumplen, lo que se traducirá seguramente en transformaciones que impactarán al mundo y para lo cual tenemos que prepararnos. Hay que seguir muy de cerca lo que ocurra en China (que curiosamente parecería liderar hoy el liberalismo económico), y buscar la manera de recibir los buenos vientos de esos cambios.