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La ciencia y la tecnología más que un Ministerio lo que necesita en el país es un apoyo decidido para que pueda desarrollar sus iniciativas. Si con los escasos recursos que ha tenido hasta ahora, se han potenciado verdaderos titanes de la innovación cómo sería con apoyo. No obstante, que ya exista una entidad que se sienta en el Consejo de Ministros y pueda tener voz y voto para pelear codo a codo por el presupuesto, por priorizar sus temas, por mostrar que es el camino que debe recorrer el país al lado de la Educación, es también la decisión de quererle dar importancia. Además, que si se habla de economía naranja, como tanto se ha pregonado desde la Presidencia, este puede ser un buen comienzo para ponerla en práctica.
Acierta el Gobierno en nombrar a la científica Mabel Gisela Torres Torres como la primera ministra de Ciencia y Tecnología, mujer que formó parte de la Misión de Sabios convocada por el presidente Iván Duque para que planteara estrategias que le ayuden al país a mejorar en estos aspectos. El acierto no es solo por tratarse de una persona del ramo, sino porque es también una emprendedora de la ciencia, que se ha tenido que batir con esfuerzo contra la burocracia, contra la falta de apoyo para los nuevos empresarios, contra la desconfianza, y porque desde su tierra ha intentado desarrollos innovadores que aprovechen materias primas y frutos de la región, que como microbióloga estudia para sacar adelante a las comunidades.
Ojalá el presupuesto también llegue para el Ministerio. Hemos visto cómo con la cultura no ha sucedido así. A pesar de tener ya dos décadas de funcionamiento esta cartera sigue siendo la Cenicienta del presupuesto y no ha tenido los recursos que debería para impulsar la multiculturalidad que promueve la Constitución y mucho menos para darles impulso a eventos tradicionales que requieren de ese apoyo.
En sus primeras declaraciones tras posesionarse, la nueva ministra ha advertido de la importancia de que se estudie bien temas como la minería y el fracking. De este dijo que debe ser la última opción, es decir que está abierta a las posibilidades, pero también teniendo en cuenta que no podemos seguir acabando con los recursos no renovables como única opción. Y esa será su tarea, ayudar a que el país deje de depender de una vez por todas de las materias primas y encuentre espacio en la economía de la innovación, que sea el desarrollo científico el que permita mejorar la oferta de nuestra industria y promover una transformación más acelerada a nuevos bienes y servicios en la era de la tecnología y de la innovación.

Entender que desde la Revolución Industrial, el mundo puso al frente de la economía mundial a los que lograron adaptarse al cambio y ser capaces de generar riqueza es dar un paso, pero se requieren saltos y para ello no basta con tener voluntad, sino que esta se vea traducida en recursos. El reto que tendrá será también llevar a las regiones los proyectos y dejarse permear por lo que ya tienen avanzado en muchos territorios. Caldas puede dar una mano, pero para ello necesita también que le irriguen recursos tanto a nuestras universidades como a nuestros emprendimientos de base tecnológica, por ejemplo, que han aprovechado los recursos del OCAD de ciencia, que debe premiar a quienes demuestran resultados.