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La semana pasada el mundo escuchó por primera vez la palabra ómicron, relacionado con una nueva variante del coronavirus que fue detectada en Sudáfrica, por la doctora Angelique Coetzee, presidenta de la Asociación Médica de ese país. El temor sobre esta preocupante variación del inicial virus de Wuhan (China) se sustenta en que este es ya el resultado de tantas mutaciones, que podríamos estarnos enfrentando a algo completamente nuevo. De hecho, de inmediato aparecieron restricciones para las personas provenientes o que hayan estado recientemente en países del sur de África.
Los nervios están de punta en Europa, debido a que ya en varios países han subido los contagios, la ocupación de instalaciones hospitalarias y las muertes a causa de la covid-19, y hay el legítimo temor de que la pandemia vuelva a acelerarse y ocasione toda clase de emergencias de salud y económicas que se salgan, de nuevo, de las manos. El hecho de que la nueva variante venga de una línea bastante diferente al de la delta causa revuelo en el mundo científico, que ha avanzado en sus investigaciones en otros caminos y ahora se encuentra con nuevos desafíos, en los que todavía no se sabe si las vacunas generadas hasta ahora serán efectivas para combatirla de manera eficiente.
Es clave que en esta ocasión los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hayan reaccionado de inmediato para analizar el caso, observar lo ocurrido con todas las mutaciones que el virus ha tenido en esta variante y tratar de lograr una reacción más rápida que permita conjurar los riesgos. Los análisis preliminares hablan de una capacidad mayor de reinfección y transmisibilidad, por lo que fue calificada por los expertos como “variante de preocupación”, según lo observado con sus víctimas en Gauteng, en la región norte de Sudáfrica.
Lo más grave es que mientras gran parte del mundo avanza rápido en la vacunación con los distintos biológicos generados para contener la pandemia, en estas regiones africanas las cifras de inoculación alcanzan cifras cercanas apenas al 23,8%, lo que las convierte en caldo de cultivo para las mutaciones múltiples y en lugares donde el coronavirus puede desarrollar características diferentes, como en este caso. Esto nos debería llevar a la reflexión acerca de que poco importa que los países más ricos logren inmunidad de rebaño, si hay regiones en el mundo en las que no se avanza con la misma rapidez. Solo si toda la humanidad logra ser protegida de manera simultánea será posible derrotar más temprano que tarde la amenaza que nos plantea la actual emergencia sanitaria y la posibilidad de que se nos convierta en una situación permanente y cíclica.

El aumento exponencial de los contagios en las semanas recientes es un riesgo real para toda la humanidad, más cuando ya se reportan casos en otros continentes como Australia, Europa y Asia, lo que podría significar que la pandemia tome un nuevo impulso. Esta situación nos lleva a hacer un nuevo llamado a mantener los protocolos de bioseguridad así estemos vacunados y a que actuemos conscientes de que no es extraño que ómicron ya esté en nuestro país. No se trata de generar pánico, sino de tomar a tiempo las debidas medidas de prevención.