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Desde el 2016 es legal la producción de cannabis medicinal en Colombia, pero un reciente decreto presidencial fomenta la exportación de la flor seca de esa planta, lo que se constituye en un importante paso en la dirección correcta, que es la regulación en materia de producción, comercialización y consumo de este producto agrícola, conocido popularmente como marihuana.

 Ya era hora de que se empezara a consolidar este enfoque frente a esa planta y sus virtudes medicinales, despojándola del sesgo y del prejuicio con los que ha cargado por largo tiempo. Cuando en la mayoría de los estados de los Estados Unidos, así como en otras partes del mundo, es legal producir, vender y consumir esta planta, no tiene mucho sentido que en Colombia solo se le mire de manera prohibitiva.

Inclusive, en Estados Unidos también está autorizado en numerosos lugares el uso recreacional del cannabis, pasos que deberían darse a nivel global, mientras que de manera paralela se fortalece el enfoque hacia las drogas desde el punto de vista de la salud pública, y menos desde la estrategia policial. La realidad es que mientras haya prohibición y al consumidor no se le dé estatus de paciente del sistema de salud, la comercialización ilegal de este tipo de mercancías seguirá siendo un excelente negocio, por el que muchos estarán dispuestos a arriesgarlo todo para obtener cuantiosas ganancias.

El nuevo enfoque frente al cannabis en el país permitirá, por el contrario, generar 17,3 empleos legales por hectárea, de acuerdo con estudios del propio Ministerio de Justicia. Ya desde el gobierno de Juan Manuel Santos se le había dado luz verde a la fabricación de textiles, alimentos o bebidas a base de cannabis y a la exportación de la planta con fines medicinales. Aunque todavía es incipiente, esta industria abre nuevas posibilidades a la economía para las que Colombia tiene mucho potencial.

Ya en Estados Unidos se habla de seguir un camino similar con respecto a las drogas duras, entre las que estaría la cocaína. La verdad es que después de medio siglo de lucha contra las mafias la conclusión es que la actual estrategia solo favorece a los negocios ilícitos, y tal vez la mejor forma de solucionar la adicción a esas sustancias sea regular el mercado y atender a los adictos como enfermos en el sistema de salud. Los beneficios sociales y económicos para Colombia serían muchos si se empezara a consolidar el nuevo enfoque.

Se calcula que para el 2024 el negocio del cannabis medicinal puede llegar a ser una industria de 64.000 millones de dólares, lo cual se puede traducir en múltiples beneficios para muchos colombianos. Vale la pena, además, que se amplíe la investigación científica local alrededor de los potenciales de esta planta, y avanzar hacia nuevos usos legales que sean beneficiosos para todos.