Muy poco le faltó al Once Caldas para llegar a las finales de la Liga profesional del fútbol colombiano. Muchos consideran que no hay explicación para que los partidos contra el Deportivo Cali y el Atlético Bucaramanga en el estadio Palogrande se hubieran perdido, y que ahí está el motivo de la eliminación. Otros piensan que, de todos modos, la campaña de este primer semestre fue muy irregular, porque se arrancó muy bien, pero a mitad de camino todo se vino abajo por diversos factores y que luego el técnico Diego Corredor no fue capaz de volver a levantar el desempeño del equipo.
Lo cierto del caso es que esta es la sexta vez consecutiva en la que el equipo caldense se tiene que despedir anticipadamente del torneo, muy bueno para los miembros del club que se van a vacaciones, pero pésimo para los hinchas y para la historia de un equipo que fue considerado entre los mejores durante la primera década de este siglo. La decepción es total desde hace años, porque la dirigencia no ha podido encontrar el camino para regresar a los triunfos y no se ve que se hagan esfuerzos suficientes para recuperar algo de lo que fue el equipo que en una misma década logró tres estrellas locales en su uniforme y una de la Copa Libertadores de América, la que genera más orgullo, pero que también provoca mayores sentimientos de nostalgia.
Hay que reconocer que el equipo venía muy bien desde finales del año pasado bajo el mando de Corredor, quien logró sacarle su potencial al grupo de jugadores y ponerlos a ganar, pero todo indica que una mala intervención de los dirigentes y la división interna del equipo, en el que +hasta cierto momento hubo una buena mezcla de jugadores jóvenes y de experiencia, terminaron labrando el fracaso al que se llegó. No hay dudas acerca de que se contaba con una nómina suficiente para llegar a las finales y que el trabajo del técnico fue muy bueno hasta cuando pudo tener el control del equipo, pero luego todo se vino abajo en medio del desgaste de un modelo de juego que no volvió a encontrar el camino de las victorias.
Hay expectativa entre los hinchas acerca de lo que vendrá en el segundo semestre para el equipo. Desde julio empieza la Liga II y nunca se pierde la ilusión de que las cosas mejoren. No se sabe aún acerca de posibles modificaciones en el banco o en la nómina del equipo, pero lo fundamental es que se haga un buen análisis interno acerca de las causas de la eliminación, y con suficiente autocrítica se tomen las determinaciones que correspondan. Es clave que los directivos entiendan que el manejo de los jugadores debe dejarse plenamente en manos del técnico, y que sus exigencias deben dirigirse exclusivamente a la cabeza del grupo para que los resultados sean los que se necesitan.
También hace mucho daño que directivos emitan mensajes como que se quieran llevar el equipo para otra ciudad, o que no encuentran apoyo suficiente en la región, o que desestimen la importancia de la hinchada. Todos esos conceptos, en lugar de ayudar a que las cosas mejoren hacen que el camino hacia la recuperación de la historia de triunfos se haga más difícil. Tampoco fue asertivo que solo a último momento se pensara en promociones para las entradas, cuando eso pudo hacerse con mayor anticipación y habría ayudado a la motivación de los jugadores, y tal vez estaríamos en las finales.
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