Fecha Publicación - Hora

Cierre financiero, apertura de licitación pública internacional y su respectiva adjudicación son los grandes objetivos de este año para el proyecto Aeropuerto del Café, del que se realizó la semana pasada en Chinchiná el primer Comité Operativo del 2020, con la presencia de la ministra del Transporte, Ángela María Orozco, y del director de la Aerocivil, Juan Carlos Salazar. Como era el compromiso de los gobiernos Nacional, de Caldas y de Manizales ya se cuenta con el compromiso para el aporte de los recursos necesarios para ejecutar la primera fase del proyecto, consistente en una pista de 1.460 metros de longitud. El objetivo es que para mediados del 2022 se tenga concluida esta fase del proyecto.
Un primer paso en ese objetivo es la constitución del patrimonio autónomo que manejará los recursos, la entrega de los estudios actualizados del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), que financió el Fondo de Prosperidad del Reino Unido, y la adquisición de los predios que aún faltan para ejecutar las obras. Está previsto que los $441 mil millones de la primera fase sean manejados por Fiduagraria desde Bogotá, supuestamente para garantizar transparencia. Es lamentable que esa decisión sea la respuesta a lo ocurrido hace 10 años con el proyecto, cuando se cometieron tantos errores en el manejo de recursos y la contratación de obras. No obstante, hoy el panorama es bastante distinto y sería muy conveniente recuperar la confianza.
Como sea, es fundamental que se den todas las garantías de transparencia, para lo cual la supervisión de la Sociedad Colombiana de Ingenieros y la Contraloría General de la República, sobre todo para lograr que lleguen los inversionistas privados que concreten la construcción de la segunda fase, que tendría una longitud de pista de 2.600 metros. Si queremos tener un aeropuerto exitoso y con proyección para no solo participar en el mercado nacional, sino también en el internacional, no podemos darnos el lujo de caer en nuevos episodios de corrupción. Lo que necesitamos es que el presidente Iván Duque pueda estrenarlo antes de terminar su gobierno y que lo más pronto posible puedan operar allí aviones grandes.
La realidad hoy es que después de un bache de cerca de 8 años, el proyecto del Aeropuerto del Café vuelve a tomar vuelo, vive un nuevo arranque que no puede tener reversa. El sueño regional de hace varias décadas comienza, por fin, a concretarse, con el respaldo también de los departamentos vecinos a los cuales ese nuevo terminal aéreo también les será útil cuando entre en funcionamiento. Al estar en la lista de los proyectos calificados como prioritarios en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, no debe haber obstáculos presupuestales que frenen su impulso y nos quiten el optimismo.

Es necesario hacer hincapié en que este gran proyecto de infraestructura es fundamental no solo para Caldas y el Eje Cafetero, sino para todo el occidente del país. No servirá únicamente para reemplazar La Nubia, cuyos terrenos también hacen parte de los compromisos de aportes para Aerocafé, sino para que toda la región pueda responder a la creciente demanda de pasajes de avión y las cada vez más numerosas frecuencias del mercado doméstico y de las conexiones internacionales. Esperamos que antes de finalizar el año la firma que quede seleccionada para ejecutar las obras haya emprendido los trabajos con calidad y rapidez; que todo el 2021 sea de francos avances en todos los frentes y que el 2022 sea el año de las inauguraciones.