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Las temerarias acciones de guerra rusas en alrededores de la central nuclear de Zaporiyia, en Ucrania, ponen en grave riesgo la seguridad de esa región, e inclusive del mundo, ante la posibiidad de que allí pueda repetirse el escenario de Chernóbil, accidente ocurrido hace cerca de 36 años en la vieja Unión Soviética, que tuvo efectos devastadores para los habitantes de amplias zonas alrededor de la planta. En este caso los efectos de una situación similar tendría graves efectos en Europa.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ya confirmó lo planteado por Amnistía Internacional acerca del peligro de la ocupación rusa de la planta y de las acciones militares en sus alrededores, pero también preocupa la actitud del ejército ruso en contra de civiles ucranianos que viven cerca de la planta, quienes han sido secuestrados y torturados por ser, supuestamente, espías al servicio del gobierno de Kiev.
El informe de la OIEA es inquietante, además, por la evidencia de daños materiales en las instalaciones, como resultado de las actividades militares rusas, como el disparo de proyectiles. Aunque las fuerzas al mando de Vladimir Putin niegan que sean los autores de los disparos, es pertinente alejar los combates de esa planta nuclear para no tener que lamentar que un mal cálculo genere un escape de radiación que afecte gravemente los alrededores.
La cercanía de vehículos militares rusos a los reactores y a las turbinas rompe con cualquier protocolo de seguridad y acerca la posibilidad de una catástrofe. Este solo hecho debería llevar a Moscú a reflexionar acerca de la posibilidad de ponerle punto final a su invasión a Ucrania y evitar que el conflicto pueda escalarse al punto de que allí se configure un accidente nuclear inminente. No puede olvidarse que la de Zaporiyia es la central más grande de Europa y los efectos de una falla allí podrían ser enormes.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ante esta realidad, no puede quedarse como mero observador de lo que está pasando, sino que debe actuar de manera proactiva para lograr el desalojo ruso de la planta. Aunque los canales diplomáticos están desgastados, es importante intentar conversaciones que puedan concluir que se debe imponer la prudencia. La idea de establecer una zona de seguridad allí es lo más indicado para ponerle fin al gran peligro al que estamos expuestos.
También preocupa mucho la actitud de China, con expresiones cada vez más evidentes de acompañamiento a Rusia, incluso con ejercicios militares conjuntos en territorio ruso, lo que envía mensajes inquietantes al resto del mundo acerca de lo que están dispuestos a hacer, distinto a la necesaria retirada de Ucrania. Pareciera que la dureza de las sanciones impuestas por Estados Unidos y Europa en materia económica no tuviesen efecto, o incluso que lograran el efecto contrario. De hecho, la amenaza de Putin de cerrar el suministro de gas a Europa es un contragolpe que tendría efectos económicos muy complicados para la economía mundial.