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"Señor Gorbachov, derribe ese muro". Esta frase de Ronald Reagan a Mijail Gorbachov en 1987 la recordó el secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, en la frontera con Colombia, para pedirle a Nicolás Maduro que levante las barreras que impiden el paso entre nuestro país y Venezuela y pueda llegar la ayuda que se encuentra retenida en Cúcuta en una bodega cercana al puente de Tienditas. El funcionario estadounidense terminó en Cúcuta una visita por Suramérica, con estaciones en Chile, Paraguay y Perú, todos países que han reconocido como gobernante legítimo del vecino país al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó.
La visita de Pompeo a Cúcuta fue una oportunidad para recordar que sigue firme la intención de mantener un cerco diplomático al actual régimen venezolano, del cual participan cerca de 50 países que solo reconocen a Guaidó, incluida la Organización de Estados Americanos. Se da cuando los venezolanos pasan por los momentos más difíciles de la crisis económica por la falta de servicios públicos continuos, por la inasistencia en salud y por la falta de alimentos, al tiempo que la producción de petróleo que hasta ahora había permitido sobreaguar al Gobierno está en sus peores registros desde que se tiene memoria.
El pasado viernes la Organización para las Naciones Unidas (ONU) advirtió del desastre humanitario que se vive en Venezuela. Reprochó a Maduro por no poner las necesidades de la gente por delante de su voluntad política. En el mismo informe la argentina Virginia Gamba, representante del secretario General para la Infancia y los Conflictos Armados, llamó la atención sobre los impactos causados por el flujo migratorio de venezolanos, principalmente a países como Colombia y Ecuador. Un asunto que se agrava cada día.
Ayer se reunía en Chile el grupo de Lima para ver cómo fortalece las medidas contra el régimen de Maduro, con el fin de presionar una salida pacífica, que permita el retorno de la democracia, tal como lo ha expresado en una hoja de ruta la oposición, desde la Asamblea Nacional. El hecho de que Estados Unidos se mantenga en su posición de quitar los beneficios a quienes están hoy al frente del Gobierno en Venezuela, de confiscar sus cuentas, entre otras acciones, también nos permite insistir en que este debe seguir siendo el camino y no una acción armada, que sería desastrosa no solo para los ya empobrecidos venezolanos, sino para el continente entero.

La pregunta que todos se hacen es hasta cuándo va a aguantar el régimen y a qué costo. La preocupación por los violentos colectivos, por la presencia cada vez mayor de grupos armados colombianos en esa región, hacen temer que en el lugar de facilitar la transición a la democracia, Maduro puede endurecer sus acciones contra quienes hoy levantan la voz en reclamo de sus derechos y de su dignidad. Es una lástima que no se cuente con unos líderes capaces de reconocer que el país tiene un problema que está llevando a la hambruna a sus gobernados. Seguir con esta posición obtusa es hacer que la recuperación luego sea muchísimo más difícil y puede dejar estragos casi irreversibles en la población. Ojalá el regreso de la democracia esté más pronto que tarde.