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Si bien el Concejo Municipal, por medio de acuerdo de noviembre del año pasado, estableció que durante el 2021 se realizaría un día sin carro y sin moto obligatorio, el no haberlo promovido con suficiente anticipación y dejar ese trabajo para la última semana, hace que esta iniciativa loable termine generando molestias a gran parte de los manizaleños. Incluso, desde hace un mes, cuando se realizó el día voluntario sin carro y sin moto en la ciudad, se debió comenzar una campaña que permitiera saber desde ese momento que el 27 de octubre, de 6:30 a.m. a 7:30 p.m., sería una jornada similar obligatoria, pero no se hizo.
Adicionalmente, el hecho de que se haya programado para la víspera del primer Día sin IVA de este año, en el que muchos comerciantes de Manizales tienen la esperanza de incrementar sus ventas, realmente genera traumatismos logísticos que tendrán impactos negativos. Razón tienen los dirigentes de la Cámara de Comercio y del Comité Intergremial al mostrar sus molestias por la improvisación con que se piensa desarrollar esa jornada.
Inclusive, sería mejor que nos dijeran a los manizaleños de una vez que todos los años, en una fecha determinada, es el Día sin carro y sin moto obligatorio, y de esa manera se podría generar mayor conciencia ambiental. Si se logra institucionalizar una fecha, o incluso varias durante el año, pero con la debida previsión y concertación con distintos sectores, no quedaría la sensación que improvisación, como tampoco que es solo un capricho de la Alcaldía, sino que toda la ciudadanía podría apropiarse de la realización y convertirlo en una jornada de compromiso con el planeta.
La realidad es que, desde que se viene haciendo, hace varios años, las conclusiones son claras en cuanto a los efectos inocuos de la jornada con relación al impacto real de protección al medioambiente. Es cierto que salen de circulación miles de vehículos particulares, y eso es bueno sobre todo para el tránsito fluido en la ciudad, pero los efectos acerca de las emisiones de partículas contaminantes, que es supuestamente lo que le da sentido a la jornada, son prácticamente nulos o hasta negativos, porque infortunadamente gran parte de la flota de servicio público de buses y busetas genera columnas de humo insoportable.
Lo que realmente debería hacerse en la ciudad es comenzar a hablar en serio de un nuevo Sistema Integrado de Transporte Público que sea realmente amigable con el medio ambiente, además de dinámico y eficiente. El hecho de que gran parte de la flota de buses y busetas use diésel para sus desplazamientos, conlleva a la generación de grandes cantidades de partículas P.M. 2,5, las que más contaminan, como lo certifica Corpocaldas. Eso hace que esta jornada no tenga mucho sentido. Durante el anterior Día sin carro, en el 2019, apenas se reportó una reducción del 14% del material particulado, en promedio, lo que confirma sus efectos inanes.
Se insiste mucho en que es un día para reflexionar, pero no nos podemos quedar en eso y hay que pasar a la acción, con medidas que sí tengan efectos reales. En ese sentido es lamentable que la Mesa Ambiental interinstitucional que funcionó durante un tiempo en la ciudad esté desactivada, y que no tenga la continuidad y seriedad que se necesita.