Fecha Publicación - Hora

Una foto satelital elaborada por equipos de la NASA muestra la magnitud de los incendios que avanzan por la Amazonia brasileña, cuyos efectos empiezan a trascender de lo ambiental a lo económico y político de alcance global. No es para menos, ya que ese amplio sector de Sudamérica es considerado el pulmón del mundo, con el 20% de la producción del oxígeno de la atmósfera terrestre. Podría ser más, si no fuera porque en los últimos 50 años el 20% de la gran Amazonia fue deforestado. Lo peor es que con lo que está ocurriendo habría que esperar unos 200 o 300 años para que se recupere lo perdido en los incendios.
Además de Brasil, países como Bolivia, Perú, Ecuador, Guyana, Venezuela y Colombia comparten ese inmenso bosque tropical de 5,5 millones de kilómetros cuadrados, que en las tres últimas semanas viene siendo devastado por el fuego en la parte brasileña, sin que haya una reacción contundente desde el gobierno del presidente de ese país, Jair Bolsonaro, quien además se ha caracterizado por ser un burdo crítico de las teorías científicas del cambio climático. Eso es lo que lleva a que muchos piensen que el discurso del mandatario invita a que los bosques naturales sean cambiados por actividades económicas promovidas desde el gobierno.
Este extraordinario santuario de diversidad se va quedando en cenizas cada hora, dejando sin vida a millones de ejemplares de los 30 mil tipos de plantas, 2.500 especies de peces, 1.500 de aves, 500 de mamíferos, 550 de reptiles y 2,5 millones de insectos que hay allí, de acuerdo con la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA). Por eso este bosque absorbe más CO2 del que emite (almacena entre 90 mil a 140 mil millones de toneladas de CO2), según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Con la emergencia actual su papel de regulador del cambio climático se está quedando en déficit, por lo que las consecuencias para toda la región no se harán esperar.
El desastre, inclusive, ya comienza a tener efectos de índole global en términos económicos y políticos. Francia e Irlanda, al ver la actitud pasiva y hasta complaciente de Bolsonaro con el desastre en la Amazonia, ya expresaron que bloquearán los acuerdo comerciales de la Unión Europea con Mercosur, los cuales se lograron hace algunas semanas después de cerca de dos décadas de intentos fallidos. Así, este avance de intercambio comercial no tendría posibilidades de despegar.
Las nuevas posturas europeas también se basan en que desde que llegó Bolsonaro a la presidencia brasileña la tala de bosque tropical va en aumento, entre otras por el impulso del cultivo de la soja y la palma, la ganadería, la construcción de represas hidroeléctricas y la industria minera y petrolera. Una hipótesis acerca del origen de los incendios es justamente que la deforestación ayudó a que apareciera el fuego y que este se pudiera extender de manera incontrolable, al punto de que se contabilizan unos 73 mil lugares de conflagración desde enero pasado hasta la fecha.

Para hacer más crítico el momento, pese a que es urgente una acción contundente de cooperación internacional para atacar las llamas y apagarlas, la respuesta de Bolsonaro al presidente francés, Emmanuel Macrón, que planteó dicha alternativa, es que son frases llenas de nuevo colonialismo europeo. Así las cosas, mientras el debate político mundial en ese sentido va en ascenso, el fuego sigue avanzando por la Amazonia sin que haya doliente que se comprometa a luchar contra su voracidad. Solo el presidente boliviano, Evo Morales, viene ejecutando su parte en territorio de su país, para tratar de controlar un fenómeno que parece superar la capacidad de respuesta humana.