Sirve para reflexionar en el país, las conclusiones de la visita de los miembros del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas para verificar el cumplimiento de los acuerdos de paz entre el Gobierno Nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), hoy partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. Como era previsible, la mayor preocupación expresada es la del asesinato de líderes sociales y de excombatientes de la agrupación armada, lo que obligó a llamar la atención del Estado para que haga más presencia y un esfuerzo mayor por proteger a estas personas.
Lo interesante es que se da cuenta de que buena parte de los excombatientes están cumpliendo con lo pactado. Si bien es cierto que el ruido causado por el abandono de excomandantes de la agrupación guerrillera como alias el Paisa, Iván Márquez o Jesús Santrich genera desazón en la opinión pública, que interpreta que hay incumplimiento, la realidad es bien distinta. La mayoría de los guerrilleros desmovilizados y que forman parte de las zonas de reincorporación cumplen con la palabra empeñada y aportan a la economía de sus territorios. Así lo había dicho en días pasados el consejero presidencial para la Estabilización y la Consolidación, Emilio Archila. Éste destacó la importancia de proteger a los excombatientes de las Farc acogidos al proceso de paz, así como a los líderes sociales e insistió en que esta es una prioridad del Gobierno.
Resulta paradójico, pero es el Gobierno el que se ve corto para cumplir con todo lo pactado, pues como se entenderá y como en toda negociación, los compromisos son de parte y parte. Es hora de que las afirmaciones del presidente en el sentido de que se va a seguir respetando la palabra empeñada y que se apoyará a quienes decidieron abandonar la ilegalidad para ser parte de la sociedad se traduzca en hechos. Ojalá su comprensión alcance al partido que lo llevó a la Presidencia, pues son sus miembros quienes más cuestionan lo que hasta ahora se ha hecho. La del Centro Democrático es una actitud reduccionista, pues opta por inflar las cosas que pueden haber salido mal y de opacar las muchas que se vienen haciendo bien. Si no compartieron nunca el proceso, bien valdría la pena que reconocieran al menos a quienes sí se comprometieron de lleno con la paz.
El propio partido de las Farc ha dado ejemplo de respeto por el acuerdo, al apartarse de quienes han vuelto a la ilegalidad y han abandonado el proceso. Esto en sí mismo tiene un mérito, pues se trata de personas que hasta hace un par de años seguían considerándose enemigas del Estado y de sus instituciones, pero ahora decidieron acoger la legalidad y las determinaciones institucionales, a veces con crítica, pero es la manera de hacerlo en una democracia, no más por las armas.
Resulta importante que el presidente de la República, Iván Duque, haya pedido al Consejo de Seguridad que prorrogue por un año más la Misión de Verificación de los acuerdos, al entender que ese acompañamiento es vital para la reincorporación. Ojalá la ONU acceda para que se pueda mantener la veeduría necesaria sobre un proceso que es inatajable, pero que sigue siendo frágil.
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