El cambio en la rectoría de la Universidad de Manizales ocurre en un momento en el que, debido a la pandemia de covid-19, se le plantean una serie de nuevos interrogantes a la academia, ligados a su futuro en todos los sentidos, pero con énfasis en la calidad. Este ha sido un año en el que los procesos de virtualidad en la educación se han visto acelerados en todos los niveles, y la educación superior parece ser un espacio propicio para su desarrollo y consolidación.
El trabajo ejecutado durante cerca de 12 años por el saliente rector Guillermo Orlando Sierra fue importante para darle un impulso claro a ese centro educativo, hoy entre las cerca de 60 universidades acreditadas de alta calidad en Colombia. Hay innegables avances en la modernización de la universidad, en la vocación investigativa y se cuenta con bases firmes para emprender nuevos desafíos, cuando estamos caminando los albores de la tercera década del siglo XXI.
Para el nuevo rector, el economista Duván Emilio Ramírez, hay un terreno abonado para el que debe asegurar su cosecha, pero en medio de esta coyuntura tiene la misión compleja de cimentar procesos nuevos que obedezcan a la lógica de los tiempos que vivimos. La virtualidad con calidad es un asunto fundamental, no solo para la Universidad de Manizales, sino para todos los centros de educación superior de la ciudad, articulados en el Sistema Universitario de Manizales, Suma.
De manera particular, Ramírez ha dicho que se enfocará en impulsar a sostenibilidad ambiental y económica y extender la capacidad de la universidad a las regiones, dónde es difícil ser universidad. Los campos de la innovación también serán su norte, y es ahí en donde mejor encaja su desafío en cuanto al uso de las herramientas tecnológicas para la expansión del conocimiento. Esto viene, necesariamente, de la mano de los procesos de internacionalización y bilingüismo, para traspasar las fronteras de lo regional y nacional.
Como ciudad universitaria tenemos esos mismos retos como conjunto, y la competencia en esos campos con centros educativos de otras regiones y países será intensa. Hay que avanzar rápido, coordinar tareas, tomar ventaja y consolidarnos como la ciudad del conocimiento con la que hemos soñado. Qué apenas con el 1% de la población colombiana tengamos cerca del 10% de las mejores universidades del país es una base muy poderosa que debemos hacer valer.
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Las condiciones adversas de hoy nos han permitido desplegar nuestras reales capacidades, y demostrarnos que tenemos cómo superar con éxito los obstáculos. Ese impulso hay que aprovecharlo para asegurar el futuro. Nuestras universidades tienen todo lo que se requiere para avanzar por esa senda, que no es fácil pero sí posible.
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