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En un año que fue bastante complicado para la economía mundial, en general, a los cafeteros colombianos les fue muy bien, gracias a un dólar que se mantuvo alto y a que la cotización en la Bolsa de Nueva York también estuvo en niveles satisfactorios. Adicionalmente, aunque la producción estuvo por debajo de la alcanzada en el 2019, se mantuvo muy cerca de los 14 millones de sacos. De hecho, el valor de la cosecha anual estuvo muy por encima de lo que se había calculado, alcanzando los $9 billones.
El 2021 también arrancó de buena manera y las perspectivas que se tienen es que los precios internacionales seguirán al alza (hoy está en 1,39 dólares la libra), lo cual se reflejará en un precio interno que compensa bastante bien los esfuerzos de producción; estar en $1 millón 225 mil la carga de 125 kilos asegura una buena rentabilidad. Saber que esto beneficia de manera directa a unas 540.000 familias en el país es algo que reconforta y que tiene que ser muy valorado por todos los colombianos.
Estamos en un buen momento para el café y parece que se aproximan unos aún mejores, debido a factores externos como los problemas climáticos en Brasil y Vietnam, que ocasionarán que su participación este año en el mercado mundial del grano se vea menguada. Para Colombia se abre la posibilidad de tener una producción más elevada que pueda venderse a precios excelentes. El déficit en el mercado podría estar en unos 20 millones de sacos, y ganar espacio ahí sería fundamental.
Ahora bien, para poder ampliar los márgenes de producción es fundamental que se haga muy bien la tarea de abonar los cafetales. Es cierto que todos los insumos agrícolas, como la úrea y demás fertilizantes tienen precios elevados en el mercado y que las importaciones resultan costosas, pero ese no puede ser obstáculo en un momento como este para apuntar a que los cultivos logren los mejores niveles de productividad. Esa será una inversión que se recuperará con creces, seguramente, en un año como este, en el que desde ya se calcula que se producirán unos 6 millones 60 mil sacos durante el primer semestre.
Debemos alegrarnos de que en una coyuntura tan difícil como la actual la economía cafetera saque la cara, y logre amortiguar de buena manera la crisis general en la zona cafetera. Eso nos va a beneficiar a todos los habitantes de esta región. Sin embargo, hay que seguir empeñados en tener una caficultura cada vez más competitiva y moderna, con cafetales cada vez más tecnificados y jóvenes, que nos permitan crecer en producción y rentabilidad, sin que ello ocurra porque les vaya mal a Brasil y Vietnam, los dos primeros en el mundo.

Los cafeteros deben aprovechar para no solo ahorrar para las vacas flacas, que probablemente llegarán luego, sino para que cuando eso ocurra estén mejor preparados para poner el pecho de manera exitosa. Sin duda, hay muchos procesos, como la cadena logística de los fertilizantes, en la que es posible eliminar intermediarios, que podrían mejorarse con el ánimo de minimizar los impactos negativos de las alzas en los precios.