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Desde hacía mucho tiempo no se tenían los niveles altos de cotización del café colombiano en la Bolsa de Nueva York como los del año pasado, lo que permitió que el precio interno estuviera durante casi todo el segundo semestre del 2021 por encima de los $2 millones la carga de 125 kilos. Gracias a eso los caficultores terminaron el año sin las afugias de otras épocas y con la posibilidad de aprovechar de mejor manera el 2022.
La realidad del 2021 es que la producción cafetera estuvo por debajo de los cálculos, y pese a los buenos precios no fue posible sacarles todo el provecho. Además, los compromisos de futuros a precios más bajos también tuvieron sus efectos, y la realidad de ingresos no fue tan positiva como se llegó a creer. Sin embargo, para este 2022 las cosas podrían ser mejores, si se toman las decisiones adecuadas, y otras variables resultan favorables.
Las circunstancias climáticas de Brasil que llevaron a la escasez mundial de café y el incremento en los precios se mantienen, con lo que este año la producción del principal abastecedor del mercado mundial estará, seguramente, por debajo de sus cifras habituales (de 70 millones de sacos cayó a 55 millones, aproximadamente) y eso llevará a que los precios se mantengan altos. Tampoco los productores asiáticos han copado ese vacío en el mercado, por lo que el panorama es positivo en términos de cotización internacional.
Sería increible que en medio de esta coyuntura, en lugar de elevar la producción en Colombia los volúmenes caigan como pasó el año pasado, cuando solo se llegó a 12,6 millones de sacos de 60 kilos, un 9% menos que los 13,9 millones del 2020. Preocupa que diciembre haya cerrado con 1,4 millones de sacos, lo que significó un descenso del 21% con respecto al mismo mes del 2020, una tendencia que esperamos sea corregida desde el primer mes de este año. Si en el 2021 se exportó menos café que en el 2020, este año esas cifras deben cambiar ostensiblemente.
Para esto, resulta fundamental que desde el más pequeño de los caficultores y hasta los más grandes se trabaje decididamente para lograr una mayor productividad. Eso significa que hay que acelerar en el proceso de renovación de cafetales, en las buenas prácticas agrícolas, en el uso de los fertilizantes y demás insumos necesarios para que la calidad del grano sea la mejor y que los niveles de producción suban. La Federación Nacional de Cafeteros tiene una importante misión en ese sentido, para liderar el mejor aprovechamiento general de los buenos precios. Cuando hay tal oportunidad de mejorar la rentabilidad hay que dirigirlo todo a escalar en ese objetivo.

Hay preocupaciones por factores climáticos, que se salen de las manos de los productores. La demora en el retorno de los días cálidos podría afectar las floraciones y ser un factor en contra de los volúmenes. Otra queja es el alto precio de los agroinsumos, que encarecen de manera exagerada la producción, pero en medio de las buenas perspectivas de precios vale la pena arriesgar en la inversión para obtener más beneficios económicos en el mediano y largo plazo.