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Sin la presencia del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien ha sido reacio a recibir ayuda internacional para enfrentar la crisis de los enormes incendios en la Amazonía, los presidentes de Ecuador, Bolivia, Perú y Colombia llegaron el viernes a 16 acuerdos para salvaguardar este pulmón del mundo, que provee el 20% del oxígeno del planeta, e igual porcentaje del agua dulce en el mundo. La cumbre, liderada por el mandatario colombiano, Iván Duque, en Leticia (Amazonas), contó con la presencia de un delegado del gobierno brasileño, quien también asumió los compromisos. Representantes de los gobiernos de Guyana y Surinam hicieron lo mismo al firmar el documento.
Un punto en el que hubo consenso fue el llamado a concretar la cooperación internacional para poder, no solo controlar el fuego en esa valiosa reserva ambiental, sino para ejecutar planes de reforestación que lleve a recuperar todas las zonas que quedaron en cenizas debido a las conflagraciones. Además, se necesita una acción conjunta que le ponga freno a las actividades de minería ilegal, narcotráfico, ganadería extensiva y explotación maderera ilegal, entre otras situaciones que dañan los ecosistemas amazónicos.
Lo que se espera es que esta cumbre no se quede solo en buenas intenciones y que el empeño demostrado en la reunión de mandatarios se mantenga y se convierta en planes reales que conduzcan a la recuperación de ese inmenso tesoro que no podemos dejar debilitar. El seguimiento que se le haga al acuerdo en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, que se realizará en diciembre en Santiago de Chile, servirá para observar si sus objetivos se están cumpliendo. Un asunto clave que deberá tenerse pronto funcionando es la red amazónica de cooperación ante desastres naturales, con el propósito de poder reaccionar rápidamente frente a las amenazas para el ambiente que surjan en la zona.
Sin embargo, el desafío de recuperar la Amazonía y frenar su deterioro es enorme, y los países de la región no podrán solos con tanta responsabilidad; debe haber un interés global en que la cuenca del río Amazonas se mantenga protegida. Allí no solo hay una gran riqueza en biodiversidad, con especies animales y vegetales únicas, sino que también hay pueblos indígenas y culturas que deben ser cuidados y son patrimonio de la humanidad. Por eso, el intercambio de información en términos científicos y técnicos también debe impactar de manera favorable al propósito de conservación natural.
Es triste que haya sido necesario el desastre por incendios forestales que afectó principalmente a Bolivia y Brasil para que los gobiernos de la zona se comprometan a trabajar juntos en el cuidado de la Amazonía. Sin embargo, a veces se requiere la ocurrencia de hechos negativos para despertar el interés y la solidaridad y hacerle frente a los problemas, como en este caso. Lo que se necesita ahora es que lleguen recursos desde las grandes potencias para poder ejecutar planes hacia la sostenibilidad de largo plazo, lo que tendrá un beneficio general para la humanidad.

Hoy está claro que se tienen 96 millones de dólares para el desarrollo de proyectos de protección de los paisajes amazónicos, pero que tales recursos son insuficientes para atender el gran desafío de reforestar las zonas devastadas y adoptar medidas de prevención que eviten que se presenten incendios durante las temporadas secas. Además, los esfuerzos no solo deben ser coyunturales, sino que deben permanecer activos si se quiere que en las próximas décadas no tengamos que sufrir las consecuencias negativas del deterioro de ese gran bosque tropical que a veces no valoramos lo suficiente.