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Entre el 20 y el 24 de septiembre 1.088 vuelos de Avianca fueron cancelados, o sea el 49% del itinerario; eso implicó que cerca de 100 mil pasajeros se afectaran, según la Aerocivil. Las cifras de los días siguientes hasta hoy pueden ser similares. El paro de la Asociación Colombiana de Aviadores Civiles (Acdac), que completa 8 días, tiene la movilidad aérea en graves problemas, si se tiene en cuenta que Avianca tiene el 59,2% del mercado local y opera el 38% de los viajes internacionales desde y hacia el país. Para ciudades como Manizales, donde esa aerolínea opera la gran mayoría de los vuelos, el perjuicio es altísimo. Ojalá con los pilotos que la empresa traerá del exterior se pueda superar la emergencia.
Ante la determinación de los pilotos de seguir en huelga, pese a los perjuicios para la empresa y los usuarios, los directivos de Avianca presentaron una demanda ante el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, buscando que el cese de actividades se declare ilegal. No es para menos. El transporte aéreo es un servicio público esencial que no debería ser interrumpido en ningún momento, ya que la afectación a la competitividad del país es enorme y el impacto en lo económico y lo social es de grandes proporciones. De hecho, según la Andi, se calcula que el sector aéreo, del que Avianca es mayoría, aporta cerca de 40 mil millones de dólares al PIB nacional.
Si el paro se declara ilegal, Avianca podría entablar acciones civiles, laborales y penales contra los pilotos. Sobre estos últimos hay que decir que sus salarios actuales son bastante buenos (entre los $10 millones y los $27 millones, en una escala de copiloto junior a comandante de Airbus A330) y que las exigencias que vienen haciendo resultan excesivas e irracionales. De acceder a ellas impactarían de manera directa el costo de los pasajes para los usuarios. La afectación ya es palpable con la suspensión en la venta de tiquetes hasta el próximo 5 de octubre, ante la imposibilidad de garantizar los desplazamientos, aunque cerca del 50% de los pilotos siguen trabajando.
Las peticiones de los huelguistas apuntan a tener este año un incremento del 20% en sus salarios, la reducción de horas laborales y una supuesta mayor seguridad en los aeropuertos. Con respecto al alza salarial, una determinación en ese sentido llevaría a que el alza real en los últimos cuatro años fuera de 152,46%, lo que resulta exagerado, al compararse con los salarios de cualquier otro colombiano. Además de excesivo para la empresa, es discriminatorio frente al resto del país, y su actitud de presionar con un paro tiene consecuencias de alto impacto para Colombia. La mediación del Ministerio de Trabajo no ha arrojado frutos, y pareciera que inclusive las partes están ahora más distanciadas.
En todo el país empiezan a cancelarse o aplazarse toda clase de eventos y reuniones, debido a la incertidumbre de poder contar con pasajes aéreos para los asistentes. A otros muchos les ha tocado remplazar el aire por las carreteras y gastar más tiempo en sus desplazamientos, o tomar rutas aéreas inusitadas para poder arribar a sus lugares de destino pagando tarifas elevadas y gastando más tiempo del previsto. El daño para los colombianos es real, y para evitar que se agrave la situación, los pilotos deberían echar para atrás su terca decisión de parar. Se necesitan soluciones rápidas.

Con respecto a Avianca, cuando en la década pasada fue comprada por el brasileño Germán Efromovich, la aerolínea estaba de capa caída y en riesgo de terminar absorbida por otras más grandes, pero la realidad es que es una empresa respetada y de talla internacional, llegando de manera directa a los principales destinos. Debemos respaldar a una aerolínea que no solo genera empleo y aporta a la economía nacional, sino que nos da muy buena imagen en el mundo.