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La buena noticia es que el presidente Iván Duque inauguró ayer 25 túneles y 31 viaductos, en los que se invirtieron cerca de $2,9 billones, y con los que se acortará de manera significativa el tiempo de desplazamiento entre Calarcá (Quindío) y Cajamarca (Tolima), y de paso se agilizará el tráfico entre Bogotá y el puerto de Buenaventura. Es un complemento excelente para el túnel de La Línea que fue puesto en funcionamiento hace un año. Estas obras ayudarán a mejorar de manera significativa la competitividad del país.
La mala noticia es que la vía alterna entre Mariquita (Tolima) y Manizales, sobre todo hasta el Alto de Letras, en la Cordillera Central, fue un caos total el pasado fin de semana, cuando el paso entre Calarcá y Cajamarca estuvo suspendido para preparar la inauguración de las obras. Personas que viajaban desde La Dorada (Caldas) a Manizales gastaron hasta 17 horas para poder llegar a su destino, una situación absurda que merece ser observada con atención desde el Ejecutivo nacional. Lo grave es que aún sin contingencias como la del fin de semana, la estrecha y curvosa carretera, que conserva características similares a las de hace un siglo, hace que para los viajeros esa vía represente 80 kilómetros de desespero.
En lo cotidiano es normal encontrar allí permanentes accidentes que provocan cierres obligados y extensos mientras que los vehículos son levantados de la carretera. Sin embargo, cuando no es la accidentalidad son los derrumbes los que llevan a que el paso se vea restringido o cerrado por completo durante horas y a veces días. La comunicación de Manizales y el oriente de Caldas es bastante precaria y cuando se emprende el viaje la incertidumbre acerca del éxito del desplazamiento es permanente. Puede afirmarse, sin ambages, que la carretera Mariquita-Manizales no está preparada para actuar como vía alterna a la moderna carretera por La Línea que hoy se tiene. Eso está más que demostrado.
Desde hace varias décadas se habla de la necesidad de mejorar esa carretera, y aunque se han hecho algunas inversiones para solucionar problemas en el sector de Sabinas y en el trayecto por Caldas hasta Letras, por el lado del Tolima es muy poco lo que se ha hecho. Se habló hace un tiempo que con recursos del Fondo de Adaptación se haría una variante en el corregimiento de Padua (Herveo) y otra en el municipio de Fresno, así como un viaducto en el sector de Mesones, para lo cual se avanzó en estudios de fase dos, por lo menos, pero todo se quedó en expectativas. Ahora se anuncian $200 mil millones del Gobierno Nacional para hacer algunas obras en ese trayecto, pero se requerirá mucho más dinero para lograr soluciones de fondo.

Es el momento de revivir todas esas ideas, retomar los estudios que se tienen y hacer los ajustes que sean necesarios para que la comunicación entre Mariquita y Manizales sea fluida y segura, y que en el momento en que La Línea tenga que ser cerrada o restringida por alguna circunstancia la carretera que atraviesa la cordillera por Caldas esté en capacidad de resistir la exigencia de un tráfico pesado en ambas direcciones, sin que ello implique trancones descomunales y riesgos permanentes para la vida de quienes se desplazan por allí.