¿La presidenta de la Cámara de Representantes debería renunciar a esa dignidad?

1 Por supuesto que debe renunciar, o por lo menos apartarse mientras se resuelve este asunto de una manera muy clara, además porque en el camino de que ella no lo haga vamos a tener que escoger si continuamos debatiendo acerca de su supuesto plagio o los proyectos de ley y las iniciativas que se deberían estar discutiendo en la Cámara.

2 Es más grave que ella ahora lo niegue ante toda evidencia. Eso muestra una ausencia total de buena fe, un funcionario público que es sorprendido en medio de una circunstancia que pone en tela de juicio su palabra y se enfrenta a una universidad, contradiciéndola, está incurriendo en una falta tan grave como la primera. Ella deberá responder ante distintas instancias, y se le deberán dar garantías para su defensa, pero en principio se pone en tela de juicio la idoneidad ética de quien preside la Cámara. Durante su Presidencia ha exhibido unas maneras de hacer las cosas que, de alguna manera, son coincidentes con este escándalo, como la manera como les indica a congresistas cuál debe ser su voto.

3 Deben ser las que están en las disposiciones legales y las que estén establecidas para los posibles delitos que ella haya cometido, pero más allá de ese hecho concreto hay indiscutiblemente un problema ético insoslayable. Un funcionario no puede ser una persona que haga trampa, y que mienta no solo a sus colegas y al poder público, sino también a los ciudadanos, eso es totalmente incompatible en el ejercicio de una labor en el Estado.