A pesar de no haber pasado en la Cámara de Representantes la ley que pretendía prohibir los toros en Colombia, sabemos que esta actividad, principal atractivo de nuestra Feria, tiene los años contados, así que pensar en un reemplazo para que esta fiesta no se degenere, como tantas otras y se convierta en una loca borrachera colectiva, debemos ponerlos en la tarea de pensar su futuro.
El Centro Histórico es uno de esos potenciales que podrían atraer turistas para que se asombren con esa bella y única arquitectura. Me imagino la carrera 23 convertida, en esa especial semana de enero, en un bulevar en donde cada dos cuadras haya sillas con mesas y un conjunto musical interpretando un ritmo colombiano, y a la vez se ofrezca gastronomía de esa región. Y me imagino esa grotesca culebra de ventorrillos reubicada en la carrera 20 y desviada hacia el Parque Liborio para que la gente acostumbrada a ese tipo de diversión o negocio no sufra una pérdida y se pueda explotar lo más importante culturalmente que tenemos, porque un Centro Histórico oliendo a incienso de mazorca es imposible de disfrutar y, aún menos, vender como atractivo turístico. Estamos dejando de mostrar a Manizales desde el ángulo más bello, y ganar mucha plata, para darle paso a la facilidad de poner unas tiendas de palos con ventas de baratijas. Un Centro Histórico exento de esa algarabía dantesca sí se podría resaltar y vender.
Hay otro componente ligado fuertemente a Manizales: el tango. Desde hace muchos años existe una Calle del Tango con una identidad propia de cada uno de los 6 locales que hay en esa sonora falda. Para mí, esa música es la pista de sonido del Centro Histórico; lo digo porque me crie en una casa al dorso de la Gobernación y la música que se oía en esa bella casona provenía de la cocina, donde la cocinera, María Franco, en un radio marca Sanyo oía a “Radio Manizales” y el programa “Grandes Valores del Tango”. Esas melodías de otra época, en mi mente y corazón hicieron simbiosis con las edificaciones de un Manizales también ido. El tango es una muralla mágica que no permite que la decadencia, en la cual Manizales se halla, lo abarque todo y el tango se convierte en oxígeno para que el débil corazón de Manizales pulse con energía. Buenos Aires es la capital del tango, la primera sucursal es Medellín, e inmediatamente después va Manizales. Entre los ágiles empresarios de la Calle del Tango, ubicada en la calle 24 entre las carreras 23 y 22, sobresale Nicolás Montoya Castaño. Cada mes presenta una propuesta diferente en su local “Remanencias”, fomentando el afecto por el Centro Histórico. Desgraciadamente los alcances de Nicolás no son mayores debido a la falta de financiación. Para esto están llamados entes como ILC, la Alcaldía de Manizales y la Gobernación de Caldas, realizando inversiones para cosechar resultados importantes.
Montoya no se centra solo mejorar las ventas de su negocio, sino que plantea una solución integral con variedad de protagonistas. Concibe ángulos diferentes que se articulan entre sí dando como resultado una forma creativa de promover un espacio como lo es el Centro Histórico poniéndole un elemento vivo: la música. Hasta el momento solo ha chocado con funcionarios que no son conscientes y no dimensionan la problemática que Montoya pretende aliviar.
La afinidad entre el Centro Histórico de Manizales y el tango se debe reforzar por medio de libros, películas, manejo de redes sociales y, sobre todo, con eventos. Solo con una inversión sólida se puede ir perfilando este elemento, que seguramente no reemplazará a los toros, pero sí se puede convertir en uno de los pilares que debemos construir los manizaleños, si no queremos perder ese patrimonio cultural que es la Feria de Manizales y esa fuente de ingresos, herencia de una dirigencia política inspirada, por no decir iluminada.
Sabe combinar ideas románticas y darles bases muy pragmáticas traduciéndolas en acciones perfectamente viables. Jugar con melodías y formas arquitectónicas es el pasatiempo de Montoya, un empresario que la ciudad no ha valorado y utilizado como se debe. Se le debe pedir el diseño de un plan y brindarle un financiamiento amplio para su ejecución, y así lograr ésta obligada transición. Está en manos nuestras de que los toros salgan de Manizales por la puerta grande y no arriados por unos miopes animalistas.