Jaguares llegó al Palogrande con nueve fechas sin ganar, un solo triunfo en el campeonato, ocupando el puesto 17, sin chance de clasificar, con Alexis Márquez acomodándose apenas como técnico, y un presente tenebroso que incluía la baja de sus principales figuras.

Once Caldas lo recibió con la misión de regresar a los ocho, por una victoria inaplazable, disponiendo de su plantilla completa, con Corredor al frente desde hace un año y un mes, y en un momento cumbre, con todo servido, para acercar el objetivo de los cuadrangulares.

Sucedió, lo que muchas otras veces, el blanco volvió a decepcionar, perdió, comprometió su andar, y aunque todavía no está eliminado, las medidas paliativas son mínimas, el enfermo está cadavérico, y solo un milagro le permitirá sobrevivir en una liga bastante apretada.

A Corredor le quedó grande el proyecto, es el responsable directo por encima de los dirigentes y del plantel conformado, que en tantas ocasiones señaló como competitivo. No pudo, no sabe a qué juega, y su labor es deficiente desde la operación hasta la ejecución.

Uno no puede, después de tanto tiempo, montar ese equipo sin rumbo cada jornada, limitado a medios tiempos, con pésimas variantes porque no pega una, simplemente refresca la nómina, y sin atrevimiento para plantear módulos o formas que mejoren el producto.

Un estratega que considera que Valdés es el gran referente en ataque, que pone a Cardona como lateral con salida, que utiliza tres puntas, sin quien les lleve la pelota y priorizando marca sobre los defensores contrarios, y que solo sale a no perder, está equivocado.

Pueden ser sus ideas, se respetan, como igual se controvierten porque no son las que necesita Once Caldas, no gustan, y como faltan resultados que las sustenten, infortunadamente lleva la peor parte, y hace más sonoro el fracaso que está cocinando.

Del discurso hoy con relación al que presentó cuando arribó a Manizales hay diferencia sideral. Ahora solo apunta a meterse, el estilo ya no cuenta –nunca lo encontró– tornándose prácticamente imposible lograr en cinco fechas lo que no ha podido en 13 meses de trabajo. Y eso sin sumar la bronca hacia los extranjeros, la injusticia con Gerardo Ortiz es de pena capital, increíble que Barbaro o Méndez en un grupo corto –siendo los más técnicos– no quepan, y lo de Gallardo es absurdo, sin vérsele en la posición para que lo trajeron.

Lo mismo con los ‘pelaos’, a Cubides le renovaron contrato y firmó su sentencia, en la Sub-20 filial del club hay buenas promesas –Betancur, Rodríguez, Araujo, Morán– que no mira, y a Danovi –21 años– figura sobresaliente de la liga I, lo relegó completamente al blanco.

Incomprensible en Corredor, un orientador joven –como si fuera de otra generación– pues la base de Once Caldas ahora es con veteranos, contradiciendo principios del modelo europeo que quiere imponer, sobre velocidad, ritmo, intensidad y presión con agresividad.

Quisiéramos ser positivos, pero no hay planteo para mostrar, parece un plantel sin repeticiones, con enfoques radicales que solo generan desazón, con un entrenador que perdió su capital mayor que era la credibilidad, y sin un proyecto serio, sostenible y confiable,

P.D. América de Guimarães, Pereira con Restrepo, Millonarios de Gamero, Aguilas con Leonel, y Pasto con Flavio, son demostración fehaciente de que, si la cabeza está bien puesta, cuerpo y pies caminan de frente, en el Once Caldas la teoría se impuso sobre la práctica, y va tambaleando hacia su séptima descalificación consecutiva.

Hasta la próxima...