Mientras que el mundo vibra con la Copa, y la liga colombiana pasa a un segundo plano, Once Caldas aprovecha el despelote para proyectar su nuevo plan en manos de los mismos, el presidente Castrillón, con cuatro años de fracasos deportivos, y el técnico Corredor, con tres eliminaciones consecutivas, sin ninguna propuesta de juego.

Increíble resistencia al cambio por parte de los dueños del equipo, pues ya había sucedido con Bodhert, lo que terminó mal, como si el ejemplo no cundiera, abierta demostración de que los resultados no cuentan, si lo económico, en una empresa marchita por su inerte ejecución y la confianza en entrenadores imberbes y teóricos.

La historia se repite, ya salieron los jugadores Diego Valdés, Alejandro Barbaro y Bryan Córdoba; en capilla –en espera del anuncio oficial por vencimiento laboral– Jesús Murillo, Mauricio Gómez, Leyvin Balanta y Ayron Delvalle, y si no renuevan, Gerardo Ortiz, Camilo Mancilla, Marlon Piedrahita, Fainer Torijano y Edwar López.

En el mejor de los casos serán ocho o nueve bajas, como cada torneo, nombres que deberán ser remplazados, lo que indica que no habrá continuidad, teniendo que arrancar de ceros frente a la incredulidad sobre el técnico, y la seriedad y ambición de quienes contratan.

Claro que pretender seguir como si nada sería absurdo habida cuenta la no clasificación, los niveles individuales, y la confiablidad de Once Caldas como club competente, lo que invita a un revolcón, que debería incluir también al cabeza del área de producción.

En esa perspectiva, la realidad apunta a refuerzos de baja monta, quizá con pasado, queriéndolos recuperar, y a otros de menor valor por si el azar funciona, y no a una idea de plantel grande, que no cabe en la mente del presidente.

Triste realidad de un Once Caldas robustecido desde lo financiero, más por el control a sus gastos de operación que a los reales intereses tras el objeto social de la compañía, con un entrenador que al parecer –según sus declaraciones– vino fue a aprender.

Quedan, sin embargo, interrogantes por la falta de claridad en la información, como, si se sostiene con el convencimiento y el respaldo de sus patronos, si le darán voz para el armado del grupo, si la relación entre las partes es amigable, o si su subsistencia es bien vista, lo que alteraría el escenario, y hasta su permanencia, diría yo.

Esto se dilucidará con el tiempo, entendiendo el mal ambiente que rodea la institución, lo que debería provocar un primer paso de la dirigencia buscando el diálogo con los actores cercanos, superando esas manifestaciones de desprecio y prepotencia que solo ayudan a polarizar, con muchos años de abierto divorcio.

Disfrutemos, entre tanto, del mundial. Mi preferido es Brasil, aunque por Messi vale la excepción de Argentina, cuyo triunfalismo agobia, confiando que el continente recupere la gloria extraviada desde 2002. Ecuador tuvo buen arranque ante la débil Qatar que parecía un cuadro de la B en Colombia, y habrá que ver a Uruguay con su renovación prometedora.

Cierro con Colombia y su esperanzador mañana a través de Diego Valoyes, John Arias, Jorge Carrascal, Santos Borre, y otros que puso Néstor Lorenzo en el 2-0 sobre Paraguay, mascullando la ausencia de la copa Mundo, responsabilidad directa de Reinaldo Rueda, quien lo mismo que Corredor en Once Caldas, nunca supo cómo ponerla a jugar.

Hasta la próxima…