Dos puntos de nueve (rendimiento 22%), un solo gol (de penalti) ante Tolima, y Chaux figura en los partidos disputados, es el balance de Once Caldas en tres fechas de Liga, ocupando el puesto 15 de la clasificación general, y comprometido en la tabla del descenso.

Los números no ayudan, su fútbol tampoco, frente a Cali volvió a los orígenes del modelo Corredor, sin volante creativo en los primeros 45, y la muestra fue similar a la del semestre pasado; equipo opaco, sin pretensiones, preocupado por no perder, y montado para tal fin.

En el complemento, en un duelo desapacible por la pobreza de ambos (en el rival solo sobresalieron el portero uruguayo Dawson y el volante Kevin Velasco) hubo mayor posesión de pelota sin hacerla rendir, y más de lo mismo: juego anodino, con sabor a nada.

Flojo espectáculo, con un Once Caldas necesitado y obligado, que no despega, con cambios nominales afines al orientador: Sherman al banco, Marlon y Cardona titulares, Pérez en zona de corte, y Alejandro intentando el papel de conductor, y al final, todo igual.

Complejo panorama, sin soluciones aparentes mientras se mantenga el actual estado, con desgaste natural sin reversa frente a Diego Corredor, quien ya logró unanimidad en su contra, con descrédito absoluto, incredulidad, y señalamientos acerca de su profesionalismo.

Sin una decisión de fondo de su parte, que no está dentro de sus planes, el balón queda en campo de los propietarios. En el mundo irreal de Corredor todo es perfecto "esto es un proceso, es cuestión de tiempo, y las forman se ven" (lleva 15 meses).

Como en la temporada anterior, y cuando no pudo, cambió el discurso hacia los resultados, que a la par fueron insuficientes porque no clasificó a la semifinal, disculpa esbozada ante la falta de un libreto ganador, coherente, con principios de juego.

Su salida ya ni siquiera pasa por la indemnización, pues, según sus palabras se firmó una cláusula que facilitaría un arreglo y evitaría el pago total del contrato, lo que hasta ahora no aprovecha la dirigencia, dando señales de conformismo, complicidad o tolerancia.

Las preguntas, entonces, saltan a la vista, si no hay cortapisa en los términos contractuales, por qué el silencio, por qué la pasividad ante la crudeza de unas cifras que atraen las sombras del descenso, y por qué el empeño en sostener, contra la corriente, un proyecto perdedor.

Contrario a lo que se esperaba, es el peor arranque de Once Caldas en épocas recientes, y es mucho decir, tanto por la necesidad de recomponer que se planteaba, como por dignidad, dado al esfuerzo por los refuerzos, y el malestar generalizado de la afición.

La última victoria de Once Caldas fue el 13 de octubre (hace cuatro meses), con seis juegos (tres de este torneo), ocho si se incluyen los de pretemporada, sin triunfos, y aquí como si nada, y en la tabla del descenso, cuarto de atrás para adelante.

Cierto que el calendario era difícil, y ante la adversidad, mayores motivos para crecerse, lo que no ha sucedido, razón de más para comprender que es hora de ejecutar, y el cambio de mando es prioritario para hallar el rumbo que un grupo de esta naturaleza debe ofrecer.

Los optimistas dirán que ya salió de Nacional, Tolima y Cali, y que ahora Águilas será punta de lanza para recomponer, síntoma de mediocridad, pues entre líneas se lee que ellos están por encima, y que, con Corredor como técnico, Once Caldas solo puede aspirar a lugares intermedios, venciendo solo a los chicos.

Hasta la próxima...