Desde tiempos ancestrales, el consumo de licor ha estado presente en la cotidianidad de la sociedad. Los indígenas fermentaban el maíz para la producción de chicha, la cual se utilizaba como elemento ceremonial; una vez surtido el proceso de colonia, los españoles introdujeron al territorio la caña de azúcar y con ella, el guarapo producto que se extrae de este cultivo, siendo utilizado por los nativos debido a que les entregaba energía para el trabajo y les mejoraba el estado de ánimo; así mismo, ingresaron los licores industrializados, generándose lo que tenemos en la actualidad, una gran variedad de oferta en diferentes categorías, no solamente de producción nacional sino internacional.

A pesar de la apertura de mercados y la amplia oferta en bebidas alcohólicas, Colombia tiene un diverso inventario de licores ancestrales, los cuales no deben considerarse como un destilado más, sino como la representación de la identidad cultural, la historia y los saberes de determinados territorios, constituyéndose como patrimonio debido a que se realizan de manera artesanal.

La ley 2158 de 2021 es catalogada como “la ley del viche”, entregándole a esta bebida tradicional de las comunidades afrodescendientes del Pacífico colombiano, las herramientas necesarias para realizar trámites especiales ante el Invima (Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentes y Alimentos) con el fin de flexibilizar los requisitos de industrialización, además que le ordena a la Superintendencia de Industria y Comercio apoyarlos en todo lo concerniente a propiedad intelectual, preservando las prácticas ancestrales y generando formalidad en aspectos sanitarios y registro de marca; dicha normativa posicionará esta bebida a tono con otros licores tradicionales de América Latina como el pisco de Perú y el mezcal de México.

En lo que respecta al departamento de Caldas, el jugo de la caña es un producto que goza de todos los requisitos para convertirse en el insumo principal para la elaboración de un licor ancestral que sea originario de nuestro territorio, lo anterior, debido a que su historia representa buena parte de la cultura, idiosincrasia y sistema productivo de la región; en el que las comunidades indígenas y afrodescendientes son protagonistas en la generación de estrategias para salvaguarda su tradición, además que, la Asamblea Departamental expidió la Ordenanza 069 de 2022, que declara la panela como patrimonio, buscando su fortalecimiento y generar un mayor empoderamiento por parte de las comunidades, beneficiando alrededor de cinco mil productores campesinos y posicionándola como un activo de la identidad caldense.

Sumado a que, en la actualidad, la Industria Licorera de Caldas -ILC pasa por el mejor momento de su historia, evidenciándose resultados destacables a nivel nacional y mundial, gracias a la implementación de un exitoso modelo de gobierno corporativo y con una excelente gerencia que la catapultó entre las mejores empresas del país. De esta manera, la ILC, la Alcaldía de Supía, la Gobernación de Caldas, y productores paneleros supieños nos encontramos explorando la posibilidad de formalizar un licor ancestral a base de caña, para que sea incorporado en el portafolio de la licorera y junto con las comunidades se establezca una estrategia para ser comercializada; seguramente este producto será un embajador del departamento ante Colombia y el mundo.

La formalización de un licor ancestral en Caldas requiere, necesariamente de:

1. Empoderamiento comunitario: las poblaciones en las que se produzca esta bebida deberán apropiarse de los procesos asociativos y estructurar estrategias para fortalecerse en asuntos administrativos y sanitarios para su comercialización. De esta manera, se dinamizará la economía local a partir del fortalecimiento cultural y la articulación entre productores campesinos, comunidades étnicas y empresarios.

2. Articulación institucional: se requiere que la ILC lidere el proceso de comercialización de la bebida ancestral, en el que también, participen las comunidades, la academia y las entidades gubernamentales, para lograr estándares de competitividad y se construya una estrategia de apropiación de identidad territorial.

3. Acompañamiento legislativo: hago un llamado a los congresistas del departamento para impulsar una norma que permita obtener los mismos beneficios alcanzados por el viche, de esta manera se flexibilizarían trámites y se avanzaría de manera exponencial en su comercialización. La tradición de nuestro departamento puede materializarse en un licor ancestral, cuya producción beneficia a las comunidades históricamente excluidas, entregándoles oportunidades de desarrollo y posicionamiento mundial.