En muchos escenarios este titular podría generar controversia, pero a mi juicio, una vida sin hambre no la deberíamos concebir. Hambre entendida como esa pasión, energía, ganas de querernos tragar el mundo y deseos enormes de Marcar la Diferencia siempre en los diferentes escenarios donde nos movemos; esas ganas de ser distintos al común de la gente, que nos da toda la fortaleza para superar los diferentes obstáculos que se nos presentan. Que además se refleja en esa resiliencia que nos permite tener la capacidad de levantarnos más fuertes después de cada caída, es a esa a la que me refiero.
En términos generales, la vida exige que el hambre sea uno de esos motores que nos da la energía necesaria para superar la pereza y salir del letargo que aún invade a muchos, asumir los cambios con valentía y decisión, dar una y otra vez sin esperar nada a cambio, entendiendo que es responsabilidad de todos y no de unos pocos, hacer lo que esté a nuestro alcance para generar riqueza y bienestar para todos.
En el trabajo y en la vida profesional, por ejemplo, los empresarios y equipos de colaboradores con hambre, son los que construyen organizaciones sobresalientes, contribuyendo con el fortalecimiento del tejido empresarial, entregando ese kilómetro extra tan necesario en todas las empresas, saliendo permanentemente de las zonas de confort, que son tan comunes en los seres humanos, logrando generar escenarios donde el progreso y la equidad sean los principales protagonistas.
Otro ejemplo clásico es el deporte, donde de igual forma solo triunfan los que actúan con hambre. En las diferentes disciplinas deportivas solo brillan los que con total decisión se forman y entrenan sin descanso, entregando hasta la última gota de sudor cada vez que compiten. En mi caso particular soy un apasionado por el fútbol, y como muchos otros tuve la oportunidad de presenciar un mundial maravilloso, con controversias y enormes sorpresas, donde tuvieron una participación más que exitosa solo los que lo hicieron con hambre. La Argentina campeona, la sorprendente Marruecos y otras tantas selecciones, nos demostraron a todos que es apostándole la vida a la vida como se consiguen resultados superlativos.
En el sector público, es el hambre de generar desarrollo alejados de la corrupción la que debe imperar. Donde tengamos la fortuna de contar con funcionarios que trabajen sin descanso y mucho rigor, anteponiendo siempre el interés general sobre el interés particular, con pasión y mucha dedicación por el bienestar de los demás, entendiendo la responsabilidad que tienen con la sociedad y las instituciones.
Obviamente, es al enorme poder de esta hambre al que quiero hacer alusión, a ese que tiene una inmensa injerencia sobre los resultados y que debemos acrecentar todos los días en nuestra sociedad, para lograr que sea más próspera y más competitiva.
Por todo lo anterior, a mi juicio, el hambre no hay que combatirla si no fomentarla, patrocinarla y contagiarla, para que sea el común denominador de todos los que tenemos alguna responsabilidad en esta sociedad. Lo que no puede pasar, es que esta forma de vida solo la asuman unos pocos, prefiriendo sentarse a esperar a que sean otros los que lo hagan, convirtiéndose en seres mediocres que poco hacen por mejorar su calidad de vida y la de los demás.
Es por ello que quiero invitarlos a que vivamos con mucha hambre, esa que nos va a facilitar conseguir nuestros objetivos y lograr las metas, haciendo de manera extraordinaria las pequeñas cosas ordinarias, esa que nos va a garantizar ser unos seres humanos diferentes, con ganas de seguir construyendo una sociedad mejor y más justa para todos sin descanso.