Liderazgo colectivo y colaborativo ha sido la fórmula secreta en el Valle y Cali para salir adelante. Hoy está creciendo por encima del promedio nacional y se ubica en 4 puntos por arriba de la tendencia que tenía el departamento antes de la pandemia y del estallido social. Una fórmula que puede ser también utilizada en otras partes para profundizar nuevas dinámicas de articulación público-privado y entre también entre las empresas mismas, para asegurar un impacto mayor.
Diana Calderón con su programa de “Hora veinte” nos puso a dialogar a la Gobernadora, al Presidente de la Cámara de Comercio, al Director de la agencia de promoción de inversión y a mí como Rector de universidad. El punto era comprender cómo el Valle estaba respondiendo a la crisis vivida y gracias a qué estaba saliendo adelante.
Lo primero que salió a flote fue el trabajo del sector público y el sector privado en un mismo horizonte, si bien todavía hay mucho terreno por ganar, lo que se ha logrado ha dado buenos resultados. De otra parte, la articulación del sector privado, especialmente de las fundaciones, ongs y de las empresas, y particularmente en la sumatoria de esfuerzos de las empresas en proyectos comunes, para asegurar un mayor impacto en la comunidad y región. En este punto de articulación ha jugado un papel clave Propacífico, que antes tenía solo en la mira los grandes megaproyectos de incidencia en la región y, que luego del estallido social, comenzó a trabajar en la sostenibilidad social para el cierre de brechas.  En tercera instancia, está activar dinámicas virtuosas sobre las fortalezas del departamento, que en el caso del Valle son la sofisticación de su aparato productivo y la diversificación en su canasta exportadora.  Hay que buscar las fortalezas y sacarles todo el provecho posible.
Haciendo una relectura de lo vivido y buscando la esencia clave de la fórmula está en el liderazgo colectivo y colaborativo. Es decir, todos ponen; todos miran a un mismo norte; todos tienen una misma hoja de ruta que da horizonte de futuro; todos deponen sus egoísmos y deseo de figurar para aceptar que lo grande e importante trasciende a todos. Todo ello ayuda a focalizar los esfuerzos y plantear metas ambiciosas; logra victorias tempranas inspiradoras y motivadoras que retroalimentan positivamente el proceso; permite ganar confianza mutua y derribar los perjuicios cruzados, generando unos ambientes propositivos y constructivos; genera posibilidad de darle ritmos rápidos a los procesos y por ende al impacto.  
Este componente de liderazgo colectivo y colaborativo es fundamental. Bien valdría la pena que en Caldas se logre fortalecer esta visión conjunta y este fortalecimiento de la articulación entre sectores. Generar barricadas desde sector público o privado de nada sirve, hace perder muchas posibilidades muy importantes para el bienestar de la región y desaprovechar las oportunidades. Es hora de revisar esas cuestiones que dividen y distancian; para generar unos movimientos inspirados en la colaboración colectiva.
Las grandes necesidades que tienen amplios sectores de la población, los pobres y vulnerables, están esperando que todos logremos ponernos de acuerdo para responder a los retos. El costo social de no hacerlo es muy alto. No es ético. No es eficiente. No es empático. Es más bien el fruto del egoísmo y dejarse obnubilar por el propio interés. El antídoto: liderazgo colectivo y colaborativo.