Es realmente histórico el acuerdo entre Fedegány el Gobierno Nacional, orientado a facilitar la compra de tierras con destino al Fondo creado en el Acuerdo con las Farc, que serán distribuidas entre campesinos sin tierra o con tierra insuficiente.
Histórico, porque se enmarca en la promesa del presidente Petro de abrir espacios al diálogo, dejando de lado las diferencias para encontrar los propósitos comunes. En el caso de la reforma agraria el Gobierno ha sido enfático en que la habrá, y bien podría hacerla sin nosotros o, inclusive, contra nosotros, pero ha decidido hacerla con nosotros, y esa inclusión tiene inmensa importancia.
Histórico, porque la actitud receptiva de la ministra Cecilia López, y la gestión facilitadora del senador Iván Cepeda, permitió llegar a un acuerdo marco que requerirá precisar muchos aspectos, pero que dejó plasmados los principios para hacerlo en temas como avalúo de predios, precio y forma de pago.
Histórico, porque percibo en el presidente y en la ministra una genuina preocupación por superar errores del pasado a partir de su reconocimiento, actitud valiosa, viniendo de un gobierno de izquierda, sector político para el que la defensa a priori de la reforma agraria es cuestión de honor. La corrupción fue uno de esos errores, pero el más importante fue la falta de integralidad, limitando la reforma a la entrega de parcelas que terminaron vendidas, despojadas o en manos de campesinos pobres sin tierra, que pasaron a ser campesinos con tierra, pero igualmente pobres.
La posición de Fedegán, que nació en 1963 para asumir la defensa de la propiedad privada frente a la reforma agraria, se puede resumir en que rechazamos la expropiación sumaria, pero no estamos en contra del derecho del campesino a la tierra, acompañada de las condiciones que la hacen productiva (vías, energía, agua, asistencia técnica, crédito, etc.). Lo contrario es la profundización del minifundio y la pobreza rural.
Por ello le hemos planteado al Gobierno los principios para una reforma agraria exitosa.
Primero: La Paz Total no es posible sin la recuperación del campo.
Segundo: Es urgente llevar el campo al primer plano de la política pública y la asignación de recursos.
Tercero: El acceso a la tierra, que el gremio ganadero facilitará, es un componente para la recuperación, pero no el único.
Cuarto: El factor de cambio y el gran reto del gobierno, es la integralidad, comenzando por las vías terciarias, la expresión más evidente del abandono.
Quinto: Hay que pasar del minifundio improductivo a la consolidación de una “clase media rural”, que empuje el desarrollo y le quite argumentos a la ilegalidad y la violencia.
Finalmente, la recuperación integral del campo no es tarea fácil, pero es la mejor apuesta que el Gobierno puede hacer por la Paz Total y por el futuro de Colombia.