Comenzando apenas el mes de febrero, la lista de candidatos a la Alcaldía de Manizales es larguísima y todo indica que seguirá creciendo, pues la destrucción durante estos tres años parece ser un aliciente sin precedentes en la historia de la ciudad. El hecho de que un sujeto sin preparación, escrúpulos, ética, moral y pulcritud hubiera accedido fácilmente a ser alcalde, alienta las ambiciones de candidatos que piensan que, si Carlos Mario Marín pudo, cualquiera lo puede lograr. ¡Y tienen razón!
Pero lo más curioso es que la gran mayoría de postulantes visibles hoy, son vergonzantes de sus propios partidos. Que 24 personas aspiren a inscribir sus candidaturas mediante recolección de firmas, dice mucho de los candidatos y de la situación política que vivimos. De los candidatos, porque aún sabiendo sus orígenes políticos, y pese a haber militado en movimientos reconocidos, prefieren desligarse de ellos en público para evitar arrastrar la estela de descrédito, inconformismo y desengaño que siente el pueblo con la politiquería tradicional; y de la situación política que vivimos, porque nada más diciente sobre la degradación y podredumbre partidista, que los propios líderes denuesten a los movimientos donde se han criado, y que hoy los consideren su mayor karma.
Porque, ¿con qué cara pueden mostrarse en público los candidatos del alcalde Marín, cuando han cohonestado sus actos corruptos y destructivos durante tres largos años? ¿O los candidatos liberales, cuando saben que serán necesariamente relacionados con Mario Castaño y el escándalo de Las Marionetas? ¿O los del Centro Democrático, sabiendo que su partido está destruido y atomizado por causa de la lucha interna de egos y vanidades, además de haber servido de comodín permanente de otros movimientos con los que han negociado, sin escrúpulos, curules y cuotas de poder? ¿O los de cualquier otro partido, o seudo cívicos, cuando han permanecido silenciosos ante la desvergüenza de una alcaldía que arrasó con la ciudad gracias al mutismo y la impavidez de sus militantes, o el lucro y la felonía de sus líderes?
Coincido en los cálculos de la concejala Constanza Montoya:  cada ciudadano hábil para votar en Manizales tendrá que apoyar 5 candidatos a la Alcaldía, para que todos los que aspiran a inscribirse por firmas logren su cometido. Es decir, cada ciudadano tendrá que respaldar a 5 aspirantes diferentes, en un acto que, en sí mismo, es hipócrita y degradante. Pero, además, llegando a tener en la arena 24 candidatos respaldados por firmas, significará un total de 1.440.000 firmas en un escenario de 333.000 votos hábiles. Será la mayor falacia electoral, y muestra de que la incoherencia primará en las elecciones. ¡Qué peligro!
Preparémonos entonces para ver a los lacayos de Marín haciendo el ridículo en la plaza pública; para ver correr lágrimas de payasos y espectáculos degradantes en buses, calles y sitios poblados; para ver al primo Osorio con una sonrisa falsa dirigirse, amenazante, a los súbditos del alcalde exigiéndoles el voto para los suyos; para ver, en fin, la mayor degradación y el mayor peligro de continuar con estos corruptos en el poder.
Y mientras nos destruimos en una contienda de múltiples aspirantes que posan de estar alejados de sus partidos, preparémonos también para un escenario en el cual esos mismos partidos vergonzantes llegarán con sus fichas al concejo y, desde allí, seguirán lucrándose del poder y metiendo sus sucias manos en las arcas públicas. Preparémonos para ver a un próximo alcalde acorralado por concejales sin escrúpulos, quienes volverán casi en secreto a esta corporación.
Así pues que esta proliferación de candidatos puede ser, en el fondo, un caos premeditado que la propia clase política tradicional está causando, para revolver este estercolero en el cual será ella la única triunfadora. Como siempre, unos cuantos árboles no nos dejarán ver el bosque. Solo que, en este caso, esos pocos árboles, que son algunos candidatos a la alcaldía, estarán sirviéndole de mampara a los usufructuarios del poder, que son quienes hoy ostentan las curules. Cayendo en esta trampa, los concejales que aprobaron las artimañas de Marín, serán reeligidos o elevados a otras dignidades. ¿Será esto justo? ¡Claro que no!